En el año 1975, la Organización de las Naciones Unidas designó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, antes conocido como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El establecimiento de esta fecha posee diversos antecedentes a lo largo de los siglos XIX y XX, hechos poco festivos que llevan a conmemorar este día.
Las movilizaciones de mujeres por reclamos salariales, mejores condiciones laborales y la erradicación del trabajo infantil comenzaron a finales del 1800. Una de las más destacadas fue la realizada en la ciudad de Nueva York el 8 de marzo de 1857, pero no fue hasta el 25 de marzo de 1911 que, por crueles circunstancias, el reclamo de las mujeres tomó relevancia en la sociedad: un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York cobró la vida de aproximadamente 146 personas, en su mayoría mujeres trabajadoras.
Este trágico acontecimiento ejemplificó las nefastas condiciones en las que se mantenían a las trabajadoras, y marcó un antes y un después en la historia. Masivas movilizaciones ocuparon las calles de cada ciudad del mundo luego de lo sucedido, y el reclamo de las mujeres adquirió caracter público e internacional. Tal es así, que el 8 de marzo fue establecido como fecha internacional en conmemoración por los fallecimientos ocurridos en Nueva York y por una de las primeras movilizaciones públicas de mujeres.
Más de 100 años después, es posible decir que muchos de los objetivos que las mujeres de la época exigían fueron alcanzados, como el acceso a un salario digno, óptimas condiciones de trabajo, la participación en la esfera política y el derecho al voto, el acceso a la formación profesional, entre otras. Sin embargo, las mujeres aún no consiguen obtener el respeto y la representación suficiente en la vida pública que corresponde.