Dos petroleros de bandera china continúan operando en el Atlántico con itinerarios vinculados a Venezuela, pese al bloqueo marítimo anunciado por Estados Unidos a mediados de diciembre. Según un reporte de Lloyd’s List, el VLCC Thousand Sunny se dirige hacia la zona venezolana con arribo estimado a mediados de enero, mientras que el VLCC Xing Ye permanece a baja velocidad frente a la Guayana Francesa, a la espera de cargar crudo en el terminal de José.

El movimiento ocurre mientras Washington incrementa acciones de interdicción sobre el comercio petrolero de Caracas y sostiene que busca cortar ingresos asociados al régimen de Nicolás Maduro. En esa línea, una investigación de Reuters describió que Estados Unidos viene aplicando decomisos y persecuciones judiciales sobre cargamentos, con impacto directo en el flujo de buques y en el nivel de riesgo para navieras, aseguradoras y operadores que tocan puertos venezolanos.
En términos operativos, el Thousand Sunny habría mantenido su travesía sin desvíos relevantes desde que se anunció el esquema de bloqueo, incluyendo el rodeo por el Cabo de Buena Esperanza, un indicador típico de rutas de largo alcance cuando se reconfiguran itinerarios comerciales. El Xing Ye, en tanto, aparece asociado a la lógica de “espera” cercana a los puntos de carga, una práctica habitual cuando se buscan ventanas logísticas en terminales bajo presión externa o con congestión.

El pulso se da en un escenario en el que EE.UU. ya avanzó con incautaciones de buques y cargamentos vinculados a exportaciones venezolanas y con advertencias sobre el uso de “banderas” y esquemas societarios para eludir sanciones. En la práctica, ese combo eleva los costos de operar (financiación, seguros, fletes) y obliga a rediseñar rotaciones, escalas y destinos, incluso para embarcaciones que no figuran formalmente bajo sanción.
El factor China y la presión sobre el flujo de crudo
Además de su dimensión bilateral, el tablero suma un componente estructural: China sigue siendo el principal destino del crudo venezolano, y buena parte de ese vínculo se sostiene mediante flotas y traders que operan con márgenes de opacidad. Reuters reportó que, pese al bloqueo anunciado, buques cargados y en aproximación continuaron llegando a Venezuela, y describió una dinámica de congestión y almacenamiento flotante que refleja tensiones crecientes sobre la capacidad de exportar con normalidad.
En paralelo, el endurecimiento estadounidense abrió una disputa narrativa y diplomática. Beijing viene rechazando públicamente las incautaciones y la presión naval sobre Caracas, mientras que Venezuela denuncia que se trata de una medida “ilegal” contra sus exportaciones soberanas y afirma que no detendrá envíos. Ese contrapunto se vuelve más relevante cuando los buques involucrados son de bandera china o forman parte de circuitos comerciales que terminan en refinerías asiáticas.

Para Caracas, el desafío inmediato es sostener el ritmo de salida desde terminales clave como José y evitar cuellos de botella que paralicen producción o saturen almacenamiento. Para Washington, el dilema es calibrar la aplicación del bloqueo sin empujar el conflicto hacia un choque mayor con actores externos —en particular China—, en un corredor marítimo donde también pesan rutas comerciales globales, acceso a seguros y cooperación de países de bandera.
Con los VLCC chinos aún en el área y con EE.UU. ampliando interdicciones, el foco queda puesto en si habrá tolerancia operativa para cargas “no sancionadas” o si el esquema se vuelve más expansivo en la práctica. Por ahora, el avance de estos tanqueros sugiere que la disputa por el petróleo venezolano ya no se juega solo en sanciones y discursos: también se mide en rutas, esperas y decisiones de navegación en alta mar.
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