Las autoridades de seguridad nacional de Estados Unidos encendieron las alarmas ante la creciente presencia de China en el Ártico, luego de que sus submarinos de investigación realizaran este verano inmersiones profundas bajo el hielo por primera vez. La operación, considerada un hito técnico, es vista en Washington y entre sus aliados como un avance con implicancias militares directas para la seguridad en dicha región considerada estratégica.

Según funcionarios estadounidenses, la actividad china en aguas árticas de Alaska alcanzó este año niveles sin precedentes, con la participación tanto de buques de investigación como de unidades con capacidades militares. Estrategas navales occidentales advierten que el dominio de estas rutas permitiría a China reducir tiempos de transporte comercial, acceder a recursos naturales estratégicos y posicionar submarinos armados más cerca de territorio estadounidense.
En este sentido, el general de la Fuerza Aérea Alexus Grynkewich, alto responsable militar de la OTAN, afirmó que China se muestra “cada vez más agresiva” en el Ártico y señaló que muchas misiones científicas sirven de cobertura para objetivos militares. El gigante asiático sostiene que sus actividades son legales y contribuyen a la estabilidad regional, una afirmación que es recibida con escepticismo en las capitales occidentales.
La preocupación se intensifica por la cooperación entre China y Rusia, reactivada en el contexto de la guerra en Ucrania. El año pasado, aviones militares de ambos países realizaron patrullas conjuntas cerca de Alaska por primera vez, mientras Moscú y Pekín acordaron coordinar la aplicación de la ley marítima y el desarrollo de rutas del norte. Para el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, esta colaboración incrementa el riesgo de un desafío coordinado a la seguridad continental.
Estados Unidos y sus aliados responden a China con entrenamiento y patrullas árticas
En el centro del debate se encuentra la guerra submarina, considerada la principal vulnerabilidad estratégica en el Ártico. Las condiciones acústicas bajo el hielo dificultan la detección de submarinos, y los datos recopilados por China permiten construir modelos avanzados para evadir sistemas de sonar. Analistas estadounidenses sostienen que esta información no solo alimenta la investigación climática, sino que fortalece directamente a la armada china.

Estados Unidos y la OTAN respondieron reforzando el entrenamiento de tropas árticas, ampliando las patrullas antisubmarinas y acelerando la construcción de rompehielos. En paralelo, Washington impulsa una mayor implicación de sus aliados nórdicos y del Atlántico Norte, en un intento por preservar el equilibrio estratégico en una región que vuelve a consolidarse como uno de los principales escenarios de competencia entre grandes potencias.
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