El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que la “fase 2” de su plan para Gaza “va a ocurrir muy pronto”, pero evitó dar fechas concretas. Trump afirmó que “todo está marchando muy bien” y llegó a decir que “tenemos paz en Medio Oriente, la gente no se da cuenta”, pese a que, casi en simultáneo, fuerzas israelíes llevaron a cabo nuevos bombardeos en Rafah, en el sur de la Franja, que dejaron al menos cinco palestinos muertos y varios heridos, en una nueva violación del alto el fuego acordado con Hamás.

La fase 1 del esquema impulsado por Washington contempla la liberación escalonada de rehenes israelíes a cambio de presos palestinos, el ingreso masivo de ayuda humanitaria, un plan de reconstrucción de Gaza y el establecimiento de un nuevo mecanismo de gobernanza en el enclave, explícitamente sin participación de Hamás. La “fase 2” —aún poco detallada públicamente— apunta a consolidar ese esquema y extender el cese de hostilidades bajo un marco político más estable.
Rafah: reapertura limitada
En paralelo al anuncio de Trump, Israel confirmó su disposición a reabrir el cruce de Rafah para permitir la salida de palestinos de Gaza hacia Egipto, bajo un esquema de fuerte control israelí. Según la oficina de coordinación del gobierno israelí para los territorios (COGAT), las salidas se harán con “aprobación de seguridad israelí” y con la presencia de una misión de la Unión Europea encargada de supervisar el flujo a través del paso fronterizo.

La medida se presenta, desde Washington, como un mecanismo para que “los gazatíes más vulnerables” accedan a mejores condiciones médicas y de seguridad. Pero en El Cairo el debate pasa por otra preocupación: que una apertura sólo en sentido de salida termine convirtiéndose en un éxodo irreversible. Autoridades egipcias han advertido que no aceptarán un esquema que impida el eventual retorno de los palestinos a Gaza, en línea con la preocupación expresada por el presidente Abdel-Fattah el-Sissi sobre un posible intento de “vaciar” el territorio y eliminar de facto la cuestión palestina.
Egipto recuerda que más de 100.000 gazatíes —entre heridos y desplazados— ya se encuentran en su territorio desde el inicio de la guerra. El cruce de Rafah, clave para el movimiento de personas, había quedado sellado desde la ofensiva terrestre israelí de mayo de 2024, y sólo se reabrió de forma muy limitada en febrero de este año para evacuaciones médicas puntuales.
Señales hacia Líbano
En un intento de contener la expansión regional del conflicto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que Israel enviará un emisario a un nuevo formato de conversaciones con representantes diplomáticos y económicos de Líbano, con participación de Estados Unidos, Francia y la misión de paz de la ONU en la Línea Azul (UNIFIL). Según la presidencia libanesa, el abogado y exembajador en Washington, Simon Karam, integrará la delegación de Beirut; del lado israelí, la prensa identificó como enviado a Uri Resnick, exdiplomático y actual número dos de la oficina del Consejo de Seguridad Nacional para política exterior.
El objetivo declarado es explorar “una base para relaciones y cooperación económica” una vez consolidado un alto el fuego estable en la frontera. Detrás de la fórmula diplomática hay un telón de fondo de máxima tensión: Israel y Hezbolá llevan más de un año en una dinámica de intercambios de fuego de baja intensidad, sujeta a un cese el fuego frágil, mientras la sociedad libanesa atraviesa una crisis económica severa y el norte de Israel vive bajo la amenaza constante de cohetes y drones.
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