- Un buque petrolero ruso de camino a Georgia denunció haber sido alcanzado por un ataque con dron, acusando a Ucrania.
- Las autoridades marítimas de Turquía y Rusia confirmaron el incidente en el Mar Negro, mientras el buque se dirige por sus propios medios al puerto de Sinop y no solicitó asistencia.
- Ucrania negó cualquier implicación en el ataque y cuestionó la lógica de la ruta declarada del petrolero, sugiriendo que Moscú podría haber montado el incidente.
Un nuevo incidente en el Mar Negro vuelve a tensar el frente marítimo entre Rusia, Ucrania y los actores regionales. Un petrolero con bandera rusa, el MIDVOLGA 2 (IMO 9735139), reportó haber sido atacado el martes en aguas del Mar Negro frente a la costa norte de Turquía, mientras navegaba rumbo a Georgia.

Según la Dirección General de Asuntos Marítimos de Ankara, el buque transportaba aceite de girasol desde Rusia hacia Georgia cuando fue alcanzado a unas 80 millas náuticas (unos 140 km) de la costa turca. A bordo viajan 13 tripulantes, el barco no solicitó asistencia y hasta el momento no se registran heridos. Las autoridades turcas indicaron que la nave continúa su derrota hacia el puerto de Sinop.
Por su parte, la Agencia Federal de Transporte Marítimo y Fluvial de Rusia confirmó el incidente y sostuvo que el MIDVOLGA 2 fue impactado por un dron alrededor de las 8 de la mañana, provocando “daños menores en la superestructura, sin inundación” del casco, de acuerdo con las primeras comunicaciones oficiales difundidas por la agencia TASS.
Un nuevo episodio de ataques a buques vinculados a Rusia
El presunto ataque se produce en medio de una seguidilla de incidentes contra embarcaciones relacionadas con el comercio energético ruso. A fines de la semana pasada, dos petroleros vinculados a la llamada “flota oscura” rusa resultaron dañados por explosiones cuando se dirigían al puerto de Novorossiysk. Medios ucranianos, citando fuentes de inteligencia, atribuyeron esa operación al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), que habría empleado versiones modernizadas de sus drones navales Sea Baby.

El 30 de noviembre también se reportó que un petrolero turco se hundía frente a las costas de Senegal, en un caso en el que algunas versiones especularon –sin pruebas concluyentes hasta ahora– con un eventual ataque ucraniano por transportar crudo ruso. El armador declaró haber registrado cuatro explosiones externas antes de que comenzara la inundación de la sala de máquinas.
¿Posible “autoataque” ruso?
Desde Kiev, la reacción fue inmediata. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania, Heorhii Tykhyi, negó cualquier participación en el ataque al MIDVOLGA 2 y cuestionó la lógica misma de la ruta declarada del buque. La “presunta ruta desde Rusia a Georgia a través de la ZEE turca no tiene sentido”, afirmó, insinuando que “Rusia pudo haber montado todo el episodio”.
La acusación se inscribe en una narrativa ya conocida de guerra informativa, donde ambas partes se acusan mutuamente de atacar buques civiles, manipular las rutas de la “flota sombra” y utilizar incidentes marítimos para justificar escaladas o para buscar rédito político y diplomático. Más allá de la autoría concreta, todavía no verificada de manera independiente, el caso del MIDVOLGA 2 se suma a una tendencia clara que apunta al Mar Negro y las rutas asociadas como un frente cada vez más activo en la guerra de desgaste sobre la infraestructura energética y logística rusa, con crecientes riesgos de derrame hacia terceros países y zonas económicas exclusivas de aliados de la OTAN.
Desde una perspectiva de defensa y seguridad, existen diversas implicancias. Por ejemplo, el riesgo de desbordamiento regional, ya que incidentes reiterados cerca de la costa turca tensionan la postura de Ankara, que debe equilibrar su rol en la OTAN, la gestión de su espacio marítimo y la relación con Moscú. En paralelo, los los ataques contra buques vinculados al comercio de hidrocarburos rusos buscan encarecer y complicar la logística energética de Moscú, pero aumentan los riesgos para terceros pabellones y navieras.
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