El 26 de noviembre, el New York Times reveló un documento oficial de Estados Unidos que muestra una estrategia diplomática para ejercer control en la inmigración en los países aliados. El documento emitido el 21 de noviembre muestra las instrucciones que el secretario estadounidense, Marco Rubio, envió a los diplomáticos en Europa, Canadá, Nueva Zelanda y Australia de presionar a sus gobiernos anfitriones para restringir la migración.

El documento indica que los diplomáticos tienen la misión de enfatizar el incremento de la violencia por los migrantes y comunicar la preocupación de Washington sobre el ingreso masivo de migrantes. Así mismo, se les encarga enviar reportes sobre los crímenes vinculados con inmigrantes e informar sobre las medidas implementadas por los gobiernos, sobre todo si muestran una postura más abierta y favorable.
Esta estrategia tiene el objetivo de influenciar a los gobiernos anfitriones para que endurezcan sus fronteras y establezcan políticas “de puertas cerradas”. De esta manera, Estados Unidos busca que los países aliados se alineen a su visión y secunden sus medidas en vías de lograr una “civilización occidental común”.
La migración como una amenaza: El discurso securitista de Trump
Esta estrategia diplomática se enmarca en el conjunto de esfuerzos del gobierno de Trump por restringir la inmigración. Desde el inicio de su mandato, Trump endureció e implementó medidas contra la migración, entre las que destacan la terminación de programas que beneficiaban a extranjeros, la prohibición de la migración desde doce países y el aumento de las deportaciones masivas. Incluso, recientemente, anunció sus planes de prohibir totalmente la migración de “países del tercer mundo”.

Estas medidas responden a un discurso securitista, donde Trump busca mostrar a los migrantes como “la amenaza más grande a la seguridad nacional”. De esta manera, a pesar de que la evidencia ha mostrado lo contrario, Trump se empeña en asociar a los migrantes con el aumento de la violencia y la inseguridad en Estados Unidos para legitimar las acciones que realiza en nombre de la “defensa de la soberanía”. No obstante, resulta paradójico invocar dicha noción mientras se intenta inducir a otros Estados soberanos a adoptar estas medidas alineadas con los intereses estadounidenses. De esta manera, esta estrategia diplomática muestra el uso de un doble discurso donde, por un lado, se busca proclamar el respeto a la soberanía estatal, mientras por otro, se expande el discurso securitista estadounidense fuera de sus fronteras y se realiza prácticas que interfieren en la autonomía decisoria de terceros países.
Te puede interesar: La guerra de Trump contra la inmigración escala con redadas, Guardia Nacional y recortes en salud














