Uganda se ha consolidado como actor estratégico en África Oriental, tanto por su ubicación como por su rol en seguridad regional y su peso dentro de la Comunidad de África Oriental (EAC). En este contexto, su próximo proceso electoral ha captado la atención de tres potencias globales: China, Estados Unidos y Rusia, cada una con intereses distintos pero convergentes en un mismo punto: la disputa por influencia en el continente africano.

China: inversión, infraestructura y telecomunicaciones como vía de influencia
China ha intensificado su participación en Uganda en los últimos años mediante inversiones en infraestructura clave, como carreteras, proyectos energéticos y sistemas de telecomunicaciones. La República Popular China no solo está presente en Uganda como prestamista, sino como socio estructural de largo plazo. A través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), empresas chinas han impulsado grandes proyectos de infraestructura en Uganda: carreteras, represas y telecomunicaciones son algunos de los sectores beneficiados.
El Estado ugandés y empresas chinas han desarrollado proyectos energéticos de gran escala orientados a mejorar la capacidad productiva del país. Además, China ha promovido su tecnología en telecomunicaciones, contribuyendo a modernizar la infraestructura digital y ampliando su participación económica en áreas estratégicas. Esta apuesta china tiene una doble dimensión: por un lado, impulsa el desarrollo ugandés; por otro, le da a Pekín una palanca de influencia política, especialmente relevante durante el ciclo electoral. Invertir en sectores estratégicos le permite a China mantener una relación que no depende exclusivamente del rendimiento electoral, sino de contratos de largo plazo y compromisos de deuda.
Estados Unidos: estabilidad democrática y monitoreo electoral
Estados Unidos ha mostrado históricamente un interés ambivalente en Uganda. En temas de seguridad, cooperación militar y desarrollo, EE.UU. ha sido un aliado clave para el Estado Ugandés. Específicamente, en el ámbito electoral, su involucramiento ha sido más conflictivo. Según un informe del Congreso de EE.UU., las elecciones de Uganda están marcadas por una alta concentración de poder y riesgos institucionales que podrían socavar la competencia política.
En ciclos electorales previos, Estados Unidos decidió retirar su misión de observación. En 2021, la cancillería estadounidense denunció que la mayoría de sus solicitudes para monitorear los comicios no fueron aprobadas, lo que redujo significativamente las posibilidades de verificar la transparencia del proceso. Esta situación evidenció la preocupación de Washington sobre las condiciones electorales en Uganda y reforzó la percepción de que el entorno político presentaba limitaciones para una supervisión independiente.
En el contexto de las elecciones de 2026, un análisis reciente del CSIS advierte que, más allá de la retórica democrática, el involucramiento de EE.UU. ha ido disminuyendo, mientras el autoritarismo se profundiza bajo la larga presidencia de Museveni. Esto podría reflejar un cálculo estratégico: priorizar la estabilidad y la seguridad sobre la presión por reformas profundas, especialmente en una región geopolíticamente sensible.
Rusia: consolidación militar y diplomacia de seguridad
Rusia ha profundizado su presencia militar en África, y Uganda no es la excepción. Los acuerdos en capacitación, venta de armamento y cooperación técnica forman parte de una estrategia rusa orientada a ampliar su alcance en el continente en un momento de tensiones con Occidente. Otros análisis señalan que Rusia ha cultivado una relación basada en la no injerencia: ofrece apoyo militar sin exigir reformas políticas. Esa relación resulta atractiva para regímenes que valoran la soberanía y temen condicionamientos democráticos externos.
La presencia del Estado ruso en Uganda no se limita a la cooperación militar. Según el FPRI, Moscú también utiliza campañas de información para promover su narrativa geopolítica en África, presentándose como un socio alternativo frente al neocolonialismo occidental y promoviendo un orden internacional más multipolar. Esta forma de influencia complementa su relación en materia de defensa y se extiende hacia dimensiones simbólicas y de posicionamiento político en la región. Este acercamiento se hace más visible durante periodos electorales, cuando la élite gobernante busca apoyo externo para mantener la estabilidad interna.
Reacciones internacionales y tensiones electorales
En el entorno previo a las elecciones de 2026, influencias externas y preocupaciones sobre derechos humanos están cruzándose de manera estratégica. Según el CSIS, Estados Unidos observa con alarma el “autoritarismo creciente” en Uganda: acusa al régimen de Museveni de arrestos arbitrarios, represión a la oposición y restricciones a la sociedad civil, al tiempo que se debilitan los mecanismos de supervisión electoral. Además, el informe señala que el financiamiento y la cooperación internacional se están reconfigurando, lo que podría limitar la capacidad de actores occidentales para condicionar apoyo a reformas democráticas.

Existen señales de que Rusia y China apuestan por una relación más pragmática y menos crítica. Un análisis del Congreso de EE. UU. advierte que China ha facilitado tecnología de vigilancia en Uganda, incluyendo cámaras con reconocimiento facial, lo que amplía su influencia digital sin entrar en debates sobre gobernanza. Simultáneamente, Rusia habría suministrado sistemas de monitoreo vehicular mediante una firma que desarrolla un registro electrónico de vehículos, lo cual expertos relacionan con un fortalecimiento del control estatal. Esta cooperación tecnológica entre Moscú/Kiev y Kampala coincide con un espacio cívico más restringido en el país, lo que sugiere que estas potencias compiten con Occidente pero a través de herramientas que no dependen directamente de presión política pública.
Las elecciones generales de Uganda de 2026, donde se decidirá la continuidad o posible relevo del presidente Yoweri Museveni, tendrán efectos que trascienden lo interno. Uganda es un actor central en la Comunidad de África Oriental (EAC) por su peso militar, su economía en expansión y su participación en misiones regionales como AMISOM/ATMIS. El proceso electoral de Uganda será una prueba del nuevo equilibrio entre China, EE. UU. y Rusia en África Oriental. Más que modificar la política interna a corto plazo, este escenario redefine el tipo de alianzas que Kampala consolidará en la próxima década.
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Por Paola Morales, estudiante de 9no ciclo de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú con interés en el estudio de temáticas como la política, cooperación y seguridad internacional.













Una lectura muy interesante. Te hace preguntarte cuántos otros países africanos están influenciados por las grandes fuerzas geopolíticas del mundo.