Entre el 27 y el 29 de octubre pasados, la base de apoyo del Ejército Popular de Liberación de China en Djibouti llevó a cabo un ejercicio militar conjunto de tres días con las fuerzas armadas de ese país de la región del Cuerno de África. El ejercicio, denominado “Cooperación-2025.10.FAD”, incluyó operaciones por tierra, mar y aire y estuvo orientado a “profundizar la amistad, la confianza mutua y la cooperación práctica”, según el comunicado oficial chino.

Durante las maniobras, ambas partes trabajaron en la mejora de la interoperabilidad y de la capacidad de respuesta ante amenazas como el terrorismo, un desafío declarado para la región del Golfo de Adén y zonas contiguas. China subrayó que, en un contexto mundial “de cambios y desorden”, es más necesario que nunca que la EPL y Djibouti actúen como “pilares de estabilidad” en la región.
La base china en Djibouti, inaugurada en 2017, es la primera instalación militar permanente del país en el extranjero y sirve como plataforma logística, naval y aérea para su proyección en África y el Océano Índico. Este ejercicio se produce en un momento en el que China amplía sus vínculos de defensa en África y combina presencia militar con diplomacia, comercio e infraestructuras de la iniciativa “Ruta de la Seda”.
Analistas señalan que este tipo de maniobras tienen un doble objetivo. Por un lado, mejorar capacidades conjuntas con países anfitriones. Y por otro, enviar una señal sobre la capacidad de China para operar fuera de su entorno tradicional de Asia-Pacífico.

Para Djibouti, país pequeño con cinco bases extranjeras operando en su territorio, la cooperación militar con China representa un componente más de sus vínculos exteriores. Pero también plantea preguntas sobre la independencia de su posición estratégica, ya que es hogar de bases militares de Estados Unidos y Francia, como antigua potencial colonial.
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