Un reciente estudio del Center for Strategic and International Studies (CSIS) advierte que el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford de la Armada de EE.UU. y su grupo de ataque en el Caribe no solo intensifica la lucha antidroga declarada por la administración de Donald Trump, sino que también incrementa el riesgo de una guerra en la región.

En este sentido, el Pentágono justifica la medida como parte de una misión para desmantelar organizaciones criminales transnacionales y contrarrestar el narcoterrorismo en el hemisferio occidental. Sin embargo, analistas señalan que el traslado de un activo tan potente hacia una zona acomodada hasta ahora a operaciones de menor intensidad implica una apuesta estratégica que trasciende la lógica normal de interdicción naval.
Según el CSIS, el grupo de ataque del Ford cuenta con capacidades de ataque aéreo y anfibio que van más allá del combate al narcotráfico: el portaaviones, acompañado por destructores equipados con lanzadores verticales (VLS) y misiles Tomahawk, está en disposición de proyectar fuerza contra instalaciones terrestres o costeras.“Mover un elemento tan importante del poder de combate estadounidense es muy significativo porque del compromiso estratégico que representa”, escribieron Mark F. Cancian y Chris H. Park en su análisis citado del CSIS.
Riesgos de la maniobra de EE.UU. en el Caribe
El contexto regional añade factores de tensión adicionales. En los últimos meses, la administración Trump intensificó operaciones marítimas y aéreas en la zona Caribe, incluyendo ataques nocturnos a embarcaciones atribuidas al grupo venezolano Tren de Aragua, incrementando la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro y planteando una potencial confrontación con Venezuela.

Los riesgos señalados por los expertos apuntan a que la presencia del Ford provoque incidentes que deriven en un uso más amplio de la fuerza estadounidense en la región; que la proximidad a la costa de Venezuela y el Caribe eleve las probabilidades de confrontación con la armada o fuerzas de ese país; y que países de la región interpreten la maniobra como un cambio de estrategia de EE.UU. hacia una postura más agresiva militarmente, lo que podría generar una carrera de armamentos o alianzas contrarias en América Latina.
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