La última semana volvió a dejar en evidencia un mundo atravesado por múltiples focos de presión. En Europa, la OTAN reforzó su presencia en el flanco oriental con patrullas conjuntas entre la RAF y Estados Unidos cerca del espacio aéreo ruso, mientras Alemania aprobó una ley que autoriza a su policía a derribar drones ante el aumento de las amenazas híbridas. En Kiev, Zelenski pidió a Washington misiles Tomahawk y aseguró que serían “un mensaje que haría recapacitar a Rusia”, en medio de una caída del 17 % en las exportaciones energéticas rusas tras nuevos ataques con drones. En Medio Oriente, los primeros lineamientos del acuerdo entre Israel y Hamás comenzaron a delinearse, con un alto el fuego progresivo y condiciones aún sujetas a verificación.

En Asia y América, las tensiones se trasladaron al plano económico y militar. Estados Unidos elevó los aranceles a China al 100 %, reabriendo la guerra comercial y generando repercusiones en los mercados asiáticos, mientras el conflicto entre Pakistán y los talibanes afganos amenaza con transformarse en un enfrentamiento abierto. En el Caribe, el Comando Sur confirmó el despliegue de F-35 en plena fricción con Venezuela, y la Casa Blanca descartó investigar un presunto ataque contra su embajada en Caracas. En paralelo, Argentina cerró un nuevo paquete financiero de 20.000 millones de dólares con el Tesoro estadounidense, en una semana marcada por la convergencia entre poder militar, estrategia política y urgencias económicas.

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