En una decisión que trasciende el mero ajuste administrativo para convertirse en un claro indicador de un cambio de rumbo doctrinal, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) ha cancelado de manera definitiva la creación del Comando de Capacidades Integradas (ICC). Este movimiento no solo desarticula la pieza central de la estrategia de modernización del anterior liderazgo para enfrentar a China, sino que también expone las tensiones burocráticas y el profundo debate estratégico que se libra en el corazón del Pentágono.
La anulación de este comando, que ya se encontraba en una fase provisional desde septiembre de 2024, representa la reversión de una de las políticas más emblemáticas del ex Secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall. Su ambicioso plan de “Reoptimización para la Competencia de Grandes Potencias” buscaba agilizar la adquisición de tecnología y capacidades futuras, centralizando estas funciones para que los comandos operativos se enfocaran exclusivamente en el alistamiento para un posible conflicto.

Una reorganización fallida y las luchas de poder internas
La concepción del ICC partía de una premisa lógica: liberar a unidades como el Comando de Combate Aéreo y el Comando de Ataque Global de la pesada carga burocrática que implica la modernización.
Según Todd Harrison, analista senior del American Enterprise Institute, “esto es realmente una corrección de rumbo en toda la reorganización”.

La decisión de la nueva cúpula, encabezada por el Secretario de Guerra, Pete Hegseth, quien ya había pausado el proyecto en febrero, y materializada por el actual Secretario de la Fuerza Aérea, Troy Meink, parece dar la razón a las estructuras de poder tradicionales de la USAF. Las funciones de ICC serán ahora reabsorbidas por una versión reestructurada de la organización de Futuros de la Fuerza Aérea (conocida como A5/7), un proceso que culminará en abril de 2026.
De la competencia con China a la defensa territorial: ¿Un cambio de paradigma?
Más allá de la dinámica de poder interna, el desmantelamiento del ICC es la manifestación más tangible de un posible realineamiento estratégico. Esta perspectiva contrasta notablemente con el enfoque de la gestión anterior, enfocada con la proyección de poder y la competencia directa con Pekín.
Este giro sugiere una reevaluación fundamental de las amenazas y prioridades. Mientras que la doctrina de la “Competencia de Grandes Potencias” implicaba una postura proactiva y una modernización acelerada para teatros de operaciones lejanos como el Indo-Pacífico, un enfoque en la “defensa territorial” podría reorientar la inversión y el desarrollo hacia capacidades defensivas, como la defensa aérea y antimisiles continental.

La creación de un nuevo rol de “Oficial Jefe de Modernización” dentro de la estructura A5/7, aunque hereda nominalmente los objetivos del ICC, operará bajo esta nueva filosofía, potencialmente alterando los programas de adquisición y el diseño de la fuerza a largo plazo. Así, la disolución del Comando de Capacidades Integradas trasciende su naturaleza administrativa para erigirse como el inicio de una visión estratégica y una victoria para la estructura de mando tradicional de la USAF.
La pregunta que queda en el aire es si esta “corrección de rumbo” es una adaptación prudente a nuevas realidades o si representa una oportunidad perdida para reformar y preparar a la fuerza para el que muchos aún consideran el desafío definitorio del siglo XXI: la competencia estratégica con China.
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