El Papa León rompió su breve luna de miel con los sectores conservadores católicos al criticar las políticas de inmigración del presidente Donald Trump, cuestionando si son coherentes con la doctrina pro-vida de la Iglesia. En declaraciones recientes, el pontífice, primero de origen estadounidense, afirmó que no se puede defender la vida desde la oposición al aborto mientras se tolera el trato “inhumano” a los inmigrantes en EE.UU. Sus palabras generaron un inmediato rechazo entre figuras conservadoras que hasta ahora lo habían respaldado, abriendo un nuevo capítulo de tensiones entre Roma y la base católica afín al trumpismo.
La crítica del Vaticano a Trump desata reacciones
La elección de León XIV en mayo había sido celebrada por los sectores conservadores, que vieron en él un retorno a ciertas tradiciones litúrgicas y a una postura menos polémica en cuestiones sociales divisivas. Su decisión de vestir la tradicional mozzetta roja, de reunirse con cardenales críticos de Francisco y de permitir una misa en latín en San Pedro habían fortalecido esa percepción. Para muchos, León representaba un respiro tras años de enfrentamiento con el Vaticano bajo el pontificado de Francisco.

Sin embargo, el tono cambió tras sus declaraciones sobre la política migratoria de Trump. Figuras como el exobispo Joseph Strickland lo acusaron de generar “confusión sobre la santidad de la vida”, mientras blogs conservadores reclamaron que el papa regresara a su silencio inicial. Incluso la Casa Blanca respondió rechazando la caracterización de trato inhumano a los inmigrantes. Con lo ocurrido, queda en evidencia que el nuevo pontífice no está dispuesto a alinearse automáticamente con la agenda conservadora estadounidense, sino que seguirá defendiendo sus propios valores en torno a la dignidad humana.
De Francisco a León, continuidad en las tensiones con Trump
El enfrentamiento entre Donald Trump y el Vaticano no es nuevo. Durante el pontificado de Francisco, la relación estuvo marcada por fuertes discrepancias en torno a la inmigración y la protección de los más vulnerables. En 2016, el papa argentino cuestionó la iniciativa de Trump de construir un muro en la frontera con México, afirmando que quien piensa en levantar muros no es cristiano. Posteriormente, Francisco condenó los planes de deportaciones masivas impulsados por la Casa Blanca, calificándolos como una grave crisis que despojaba a los migrantes de su dignidad. Estos episodios mostraron que la defensa de los migrantes constituía un eje central de su papado, incluso a costa de tensar el vínculo con Washington.

El reciente choque entre Trump y el Papa León revela una continuidad en esa línea de confrontación entre política y religión. Aunque el nuevo pontífice había generado simpatía inicial entre los conservadores, sus declaraciones sobre la incoherencia de una visión pro-vida que excluya a los inmigrantes lo colocan en la misma senda de defensa humanitaria que Francisco. La principal diferencia, no obstante, radica en el contexto. Mientras Francisco hablaba como un papa latinoamericano crítico del populismo de derecha, León lo hace como el primer papa estadounidense, lo que otorga aún mayor peso simbólico a sus palabras frente a los sectores conservadores católicos de su propio país.
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