La tensión por la soberanía de Taiwán involucra armamento, pero también palabras, como indican los reportes de que Xi Jinping presiona a Donald Trump para que Estados Unidos no reconozca la independencia de la isla que China considera parte de su territorio.
Se trata de un hecho que puede extrapolarse rápidamente de los discursos a los hechos, mientras la potencia asiática lleva adelante una mejora de sus capacidades que podría dejarla en condiciones de lanzar un asalto sobre el territorio, que se gobierna de manera autónoma desde 1949.
Taiwán independiente: más que una cuestión de palabras
El origen del gobierno moderno de Taiwán se remonta a 1949, cuando los chinos nacionalistas del Kuomintang bajo las órdenes de Chang-kai-shek perdieron la guerra civil ante los comunistas de Mao Zedong y se refugiaron en la isla. Allí, proclamaron la República de China y se definieron los sucesores legales de la representación china, algo que pronto fue confrontado por la República Popular.

Aunque la independencia nunca pudo establecerse oficialmente, la vida política de Taiwán siguió su propio curso respecto a la del continente. La sociedad buscó el sufragio, y si bien el hijo de Chiang, Chiang Ching-kuo, empezó el proceso de democratización en la isla, fue el presidente Lee Teng-hui, conocido como el “padre de la democracia” en Taiwán, quien modificó la constitución para profundizar la deriva democrática y llevar a la elección de candidatos por fuera del Kuomintang en el año 2000.
Sin embargo, China mantiene su posición de “Una sola China”, que significa la voluntad inclaudicable de incorporar Taiwán a su territorio. Estados Unidos, el principal sostén defensivo de la isla, ha intentado cultivar su relación con Taipei, el principal fabricante global de semiconductores, sin ofuscar a Beijing. El país norteamericano siempre se mostró ambiguo acerca de su respuesta ante un eventual asalto continental sobre el territorio, y en la administración Biden dejó en claro que “no apoya” el proceso de independencia taiwanés.
Pero según un reporte de Bloomberg, traído por una fuente que se mantiene anónima para discutir estos asuntos sensibles, China estaría buscando algo más de Washington D.C.: que se oponga a la independencia de Taiwán. Aunque parece un matiz, es mucho más profundo, ya que la oposición de Estados Unidos a la separación de la isla lo deja prácticamente en la misma vereda que China, en la que cualquier movimiento desde Taipei es visto como la rebeldía de un hijo díscolo del que no se duda su hogar.

Según reportó Bloomberg, el punto estaría en una lista de requerimientos para el avance de las relaciones bilaterales, mientras Xi Jinping y Donald Trump planean reunirse a fines de octubre en Corea del Sur. Aunque todavía no hubo una respuesta de la administración republicana, sí se eliminó una página oficial donde existían notas sobre el histórico vínculo entre Estados Unidos y Taiwán.
China se arma ¿para invadir Taiwán?
La inteligencia de Estados Unidos advirtió que China está reforzando sus capacidades anfibias para invadir Taiwán, un escenario que distintos aportes parecen aseverar.
En el último de ellos, un reporte clasificado de la DIA (Defense Intelligence Agency), reportado en primer lugar por ABC News Australia, señaló que China está modificando su flota comercial de ferris para que puedan ser utilizados en una invasión anfibia. Los autores norteamericanos aportan que estas embarcaciones han sido modificadas para transportar tanques y personal militar en un operativo anfibio.
Imágenes satelitales mostraron que se probó este tipo de vehículos con muelles de desembarco adheridos, a la vez que se utilizaron en ejercicios anfibios con fuerzas militares.

Documentos filtrados y obtenidos por el diario The Washington Post han revelado que Rusia está utilizando su experiencia en el campo de batalla contra Ucrania para entrenar y transmitir conocimiento técnico especializado a las unidades aerotransportadas de China, lo que podría ser utilizado en un escenario de invasión a Taiwán. El acuerdo entre ambos países muestra la creciente cooperación militar, ya que permite a Pekín acceder a formación y tecnología muy particular, que hasta hoy en día las capacidades rusas superan a las de su ejército: las tropas aerotransportadas.
La alianza entre ambos países también se profundiza en lo material: mientras China aceptó vender a Rusia componentes para fabricar drones, una serie de documentos clasificados rusos obtenidos a través de un grupo hacker y verificado por AP señaló reuniones entre delegaciones de ambos países y pagos a Moscú para proveer a Beijing de paracaídas y vehículos anfibios, que podrían ser utilizados en una operación militar sobre Taiwán.
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