La reciente decisión del gobierno argentino de suspender temporalmente los impuestos a la exportación de soja introdujo una reconfiguración en el comercio de la oleaginosa y provocó un nuevo choque en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. El gigante asiático, que busca asegurar suministros estables y económicos, reservó al menos diez cargamentos Panamax -unas 65.000 toneladas cada uno- de soja argentina para embarques en noviembre, según operadores del mercado. Algunos estiman que la cifra podría llegar hasta quince buques.

En este sentido, el atractivo radica en la competitividad que gana la soja argentina al quedar exenta de retenciones de forma temporal. El precio de los embarques fue pactado con una prima de entre 2,15 y 2,30 dólares por bushel sobre el contrato de noviembre en la Bolsa de Chicago, lo que sigue resultando favorable para los compradores chinos frente a la soja estadounidense, encarecida por los aranceles derivados de la disputa comercial entre Washington y Pekín.
Para el agro de Estados Unidos, el impacto es directo. China, tradicionalmente el principal cliente de la soja norteamericana, no compró hasta el momento volúmenes significativos de la nueva cosecha estadounidense. “Cada vez que China recurre a Sudamérica en lugar de a Estados Unidos, los productores de soja perdemos mercados clave”, advirtió a Reuters Caleb Ragland, agricultor de Kentucky y referente de la Asociación Americana de la Soja.
La medida generó preocupación en Argentina
En Argentina, la medida genera un alivio de corto plazo en el ingreso de divisas, pero también despierta preocupación entre los industriales del sector. Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara Argentina de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), alertó que la exportación de grano sin procesar puede dejar capacidad ociosa en las plantas de molienda y restar valor agregado a la cadena productiva local.

La estrategia china de reforzar lazos con Sudamérica coincide con un contexto de tensiones crecientes con Washington. El gigante asiático ya había incrementado sus compras de soja brasileña y ahora aprovecha la ventana de oportunidad argentina para diversificar su abastecimiento. El desenlace dependerá de eventuales negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China y de sí Argentina logra sostener este impulso exportador sin perjudicar su industria y sin comprometer la estabilidad de sus políticas fiscales.
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