Una reciente serie de fotografías satelitales reveló con nitidez la consolidación del puesto militar chino en el arrecife Subi, una de las islas artificiales más grandes construidas por Pekín en el archipiélago de las Spratly, en el disputado mar de China Meridional.
La base, que alberga una pista aérea de casi 3.000 metros, hangares reforzados, radares, sistemas de misiles y un puerto de aguas profundas, se ha convertido en un punto neurálgico de proyección militar. Ello ocurre a pesar de la promesa realizada en 2015 por Xi Jinping al entonces presidente estadounidense Barack Obama, cuando aseguró que China no militarizaría estas formaciones.
Un enclave estratégico en disputa
El arrecife Subi es uno de los siete islotes artificiales creados por China en las Spratly, y forma parte del trío totalmente militarizado junto a Fiery Cross y Mischief. Su localización, a pocos kilómetros de la isla Thitu controlada por Filipinas —aliado formal de Estados Unidos—, lo convierte en un foco de tensión permanente entre Beijing y Manila.

China reclama soberanía sobre más del 80% del mar de China Meridional, en abierta contradicción con el fallo del tribunal arbitral de La Haya de 2016, que declaró inválidas sus pretensiones. Pese a ello, las fuerzas marítimas chinas han consolidado en Subi un centro de operaciones avanzadas, con capacidad para desplegar cazas, bombarderos y sistemas ofensivos de largo alcance.
Evolución de la isla artificial
Pekín ocupó Subi en 1988, pero recién en 2014 inició un masivo programa de reclamación de tierras mediante dragado, que transformó el arrecife en una isla artificial de más de 4 km² hacia fines de 2015. Para 2022, según advirtió el entonces comandante del Indo-Pacífico de EE.UU., almirante John C. Aquilino, la infraestructura militar parecía haber sido completada, incluyendo torres de radar, emplazamientos de artillería y refugios blindados para aeronaves.
En declaraciones a Associated Press, Aquilino señaló que la función de estas islas es ampliar la capacidad ofensiva de la República Popular China, lo que representa una amenaza para “todas las naciones que operan en las cercanías y para la seguridad del espacio aéreo y marítimo internacional”.
El derecho internacional y la narrativa china
El fallo de 2016 bajo la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar clasificó a Subi como una “elevación de bajamar”, sin derecho a mar territorial ni zona económica exclusiva. En consecuencia, carece de validez para sustentar reclamos soberanos.
No obstante, Pekín sostiene la legitimidad de su presencia. “Las islas Spratly siempre han sido territorio de China”, afirmó recientemente la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guo Jiakun, en una conferencia de prensa, rechazando las construcciones de otros países en áreas bajo control chino.
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