El destructor ARA La Argentina fue desplegado rumbo a la Base Naval de Mayport, Estados Unidos, para participar del ejercicio multinacional UNITAS LXVI en un contexto marcado por la creciente tensión entre Washington y Caracas, con movimientos militares en el Caribe que elevan la incertidumbre regional.
La unidad de la Armada Argentina zarpó el 18 de agosto desde Puerto Belgrano y, tras una escala logística en Natal, Brasil, continúa en tránsito hacia la costa este de Estados Unidos. A bordo se encuentra su tripulación compuesta por 229 efectivos, junto con un helicóptero embarcado, armamento y equipos de Infantería de Marina y Fuerzas Especiales que se integrarán por vía aérea a las operaciones previstas.
Tal como expuso Zona Militar, en la primera fase del despliegue la tripulación realizó un programa intensivo de adiestramiento que incluyó roles de combate, ejercicios de control de averías, lucha contra incendios y operaciones de Visita, Registro y Captura. Se prevé que el destructor arribe a Mayport el 13 de septiembre, antes del inicio formal del UNITAS el día 15.

El ejercicio, organizado por la Armada de los Estados Unidos desde 1959, reunirá a fuerzas navales de América, Europa y Asia. En esta edición se desarrollarán maniobras complejas, como ejercicios SINKEX (hundimiento de blancos), desembarcos anfibios y operaciones conjuntas en Camp Lejeune y la Base Naval Norfolk. La participación argentina se formalizó a través del Decreto de Necesidad y Urgencia 521/2025, artículo 5°, tras la falta de tratamiento legislativo en el Congreso.
Hipótesis de política exterior y posibles escenarios
Más allá de la participación en el UNITAS, el despliegue abre interrogantes sobre la proyección internacional de Argentina. Una vez finalizado el ejercicio, el ARA La Argentina podría permanecer disponible en el área del Caribe. Bajo ese escenario, y solo de manera potencial, el gobierno argentino podría considerar ofrecer su integración temporal a las operaciones navales que Estados Unidos desarrolla en la región bajo el argumento de combatir al narcotráfico.

La posibilidad, aún hipotética, evocaría antecedentes como la decisión del presidente Carlos Menem de enviar unidades navales al Golfo Pérsico en 1990. En el presente, tal iniciativa requeriría la ampliación del DNU ya emitido, asignación de fondos adicionales para extender la operación del buque y un trabajo diplomático encabezado por la Cancillería y la Embajada en Washington.
Sin embargo, también se trataría de una medida políticamente sensible: al no contar con una resolución específica del Consejo de Seguridad de la ONU, cualquier participación argentina en un eventual despliegue más allá del UNITAS podría ser objeto de críticas tanto en el plano interno como en foros multilaterales.
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