A comienzos del mes de agosto, el portaaviones HMS Prince of Wales de la Real Marina Británica completó una operación de reabastecimiento en el mar (RAS) de alto valor estratégico, junto al petrolero de la Royal Fleet Auxiliary (RFA) británica Tidespring y el buque de carga seca estadounidense USNS Wally Schirra, perteneciente a la Armada de Estados Unidos. La maniobra de reabastecimiento trilateral se ejecutó sin interrupciones, mientras el Carrier Strike Group británico (UKCSG) seguía navegando.
Tal como reportó Zona Militar, esto permitió abastecer al grupo de ataque sin interrumpir su navegación, consolidando su autonomía operativa lejos de puertos aliados. Según destacaron desde las fuerzas, la integración entre las plataformas logísticas navales fue excelente, demostrando la importancia de contar con la capacidad de proyectar poder lejos de las costas nacionales, sin obligación de acceder a un puerto cercano.
La operación se enmarca en la Operación Highmast, uno de los despliegues más ambiciosos de la Real Armada británica en la última década. Durante ocho meses, el UKCSG transita por el Mediterráneo, el Mar Rojo y el océano Índico, antes de establecer su centro de operaciones en el Indo-Pacífico. Participan más de una docena de países aliados en este despliegue, que combina entrenamiento conjunto, patrullas de seguridad marítima y visitas diplomáticas clave en Singapur y Australia, reforzando la interoperabilidad multilateral y la diplomacia de defensa británica.

Maniobras esenciales
La capacidad de reabastecimiento en ruta es crítica para sostener la presencia de combate en zonas estratégicas. La resistencia operativa en el contexto de la guerra naval está directamente ligada a la capacidad de recibir combustible, municiones, piezas y suministros sin romper el contacto con el teatro de operaciones, especialmente para un grupo de ataque de portaaviones. Tal es el caso del HMS Prince of Wales, portaaviones de quinta generación.
En este contexto, la interoperabilidad entre plataformas es crucial. Por eso las maniobras junto a la Armada estadounidense se torna fundamental desde el aspecto técnico, pero también desde la diplomacia. El accionar conjunto refleja la integración de ambas fuerzas, alineadas bajo el paraguas de la OTAN y los objetivos estratégicos en un contexto geopolíticamente ajetreado.

El Indo Pacífico como centro de interés
En paralelo, el despliegue también demuestra la importancia de comprender el entorno geográfico, así como también estratégico. Puntualmente, las regiones y espacios marítimos en donde la Operación Highmast se llevará a cabo reflejan el interés latente de naciones aliadas pertenecientes a la OTAN, pero también el interés de actores extrarregionales como China y Rusia, que disputan su influencia en corredores críticos como el Mar Rojo o el Mar de China Meridional.
Este tipo de espacios no solo concentran rutas comerciales vitales, sino que también se han convertido en escenarios de competencia tecnológica, militar y diplomática. La presencia sostenida de grupos de portaaviones,-como el UKCSG, pretende equilibrar el poder naval presente y futuro, garantizando la libertad de navegación y permitiendo a la OTAN influir en escenarios críticos como el Norte de África, el Mediterráneo Oriental y el canal de Suez.
El Indo-Pacífico es un claro ejemplo de ello, donde la creciente asertividad marítima china, las disputas territoriales y la militarización de zonas clave como el Mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán han convertido la región en epicentro de competencia estratégica. No es casualidad que el Reino Unido no sea el primero, ni el último país, en querer proyectar presencia militar en esta región.
Te puede interesar: En medio de versiones de un posible despliegue, medio británico afirma que las fuerzas armadas de Reino Unido no podrían sostener un conflicto prolongado en Ucrania
Este contenido en Zona Militar podría interesarte: Durante su travesía hacia Japón, el portaaviones británico HMS Prince of Wales fue reabastecido en alta mar por la Armada de EE.UU.













