El uso masivo de drones en el conflicto entre Ucrania y Rusia ha generado un escenario de guerra electrónica caótica en el que las señales se saturan y los sistemas se confunden. Un informe reciente revela que, debido a la superposición de frecuencias, las fuerzas ucranianas han llegado a bloquear sus propios drones al intentar interferir con los rusos, en un contexto en el que hasta 60 aeronaves no tripuladas pueden operar simultáneamente en un solo kilómetro de frente de batalla. Esta situación está impulsando el desarrollo de nuevas tecnologías para sortear las interferencias, como drones con sistemas de fibra óptica y capacidades de inteligencia artificial.
Una guerra electrónica saturada por el exceso de drones
La guerra electrónica en el frente ucraniano ha alcanzado niveles sin precedentes debido al volumen masivo de drones empleados por ambos bandos. Según el operador ucraniano Dimko Zhluktenko, muchos de los sistemas de reconocimiento, como los drones Shark de Ucrania y Zala de Rusia, utilizan las mismas frecuencias, lo que provoca que al intentar neutralizar aparatos enemigos, las tropas terminen afectando los suyos propios. En algunos tramos, una milla del frente puede albergar más de 60 drones en simultáneo, lo que incrementa la confusión y favorece situaciones de “pánico electrónico” entre los soldados.

Para contrarrestar esta saturación, Ucrania está invirtiendo en innovación tecnológica y aumentando la producción nacional de aeronaves no tripuladas, pasando de 2,2 millones de drones fabricados el año pasado a un objetivo de cuatro millones en 2025. Mientras tanto, Rusia también expande su producción y combina ataques con drones de una sola dirección y misiles, aumentando la complejidad táctica en el campo de batalla. La carrera por el desarrollo de sistemas antijamming y tecnologías autónomas podría definir el curso de la guerra y marcar precedentes para futuros conflictos armados.
La guerra en el espectro electromagnético
El conflicto entre Ucrania y Rusia se convirtió gradualmente en una guerra dentro del espectro electromagnético, donde el control de las frecuencias es tan crucial como el control del territorio. Por citar un ejemplo, en julio de 2024, las fuerzas rusas cambiaron de manera abrupta sus frecuencias de drones, pasando de los 700-1.000 MHz a 400-500 MHz, lo que dejó inoperativos los sistemas de guerra electrónica de Ucrania. Esto permitió que drones rusos penetraran profundamente en las líneas ucranianas, destruyendo vehículos y cortando rutas de suministro en lo que expertos locales describieron como un “safari ruso”.

Semanas después, Ucrania logró estabilizar la situación desplegando nuevos sistemas capaces de operar en esos rangos, pero el episodio evidenció la vulnerabilidad y volatilidad del frente tecnológico. La rápida evolución de la guerra electrónica ha generado un escenario de innovación constante. Ambos bandos modifican tácticas y frecuencias cada ocho a doce semanas para evitar interferencias, mientras desarrollan tecnologías más avanzadas como drones de fibra óptica, que son impermeables al bloqueo electromagnético, y sistemas de automatización de última milla que utilizan inteligencia artificial para identificar y atacar objetivos con precisión.
Ucrania ha aumentado significativamente su producción de equipos de guerra electrónica, pasando de 100 dispositivos mensuales en 2022 a 5.000 en 2025, mientras que Rusia mantiene la ventaja en tecnologías de navegación y sistemas de respaldo GPS. Esta carrera tecnológica redefine las operaciones militares y establece nuevos estándares para los conflictos del futuro.
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