El senador y precandidato presidencial del Centro Democrático fue asesinado en Bogotá, dejando un vacío político en el Senado y en la campaña hacia el 2026.
Trayectoria política
Miguel Uribe Turbay, era senador colombiano y precandidato presidencial para las elecciones de 2026. Su carrera comenzó en 2011, con apenas 25 años, cuando fue elegido concejal de Bogotá por el Partido Liberal Colombiano. Desde entonces se destacó como opositor del entonces alcalde de la ciudad y actual presidente, Gustavo Petro.
A los 30 años fue designado secretario de Gobierno por el alcalde Enrique Peñaloza, convirtiéndose en el funcionario más joven en ocupar ese cargo. En 2018 renunció para postularse a la alcaldía de Bogotá, aunque quedó en cuarto lugar en las elecciones ganadas por Claudia López.

Uribe Turbay pertenecía a una de las familias más influyentes de la política y los medios de Colombia. Era hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 tras ser secuestrada por el grupo de Los Extraditables, liderado por Pablo Escobar.
Además, era nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y de Nydia Quintero de Balcázar, fundadora de la organización Solidaridad por Colombia.
El senador asesinado compartió trayectoria con otros hijos de líderes políticos que también fueron víctimas de la violencia, como el actual alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, hijo del candidato presidencial Luis Carlos Galán, y María José Pizarro, hija del excandidato Carlos Pizarro León Gómez.
El atentado y la reacción social
El funeral de Uribe Turbay puso en evidencia las facturas entre la izquierda y la derecha en Colombia. Fue despedido en dos actos solemnes: uno en el salón Elíptico del Capitolio Nacional y otro en la Catedral Primada de Bogotá.
En ambos escenarios, los ordenadores resaltar su figura, reclamaron justicia y llamaron al fin de la violencia política, en un contexto marcado por la cercanía de las elecciones presidenciales de 2026. Sin embargo, la ceremonia también reflejó la polarización del país. Familiares y aliados denunciaron el clima de inseguridad, mientras que el expresidente Álvaro Uribe afirmó que lo asesinaron “por ejercer una oposición crítica y razonada”.
La tensión se profundizó con la ausencia del presidente Gustavo Petro y de su gabinete, quienes no asistieron al funeral por pedido expreso de la familia.

Impacto en la política colombiana y el Senado
A menos de un año que faltan para las elecciones presidenciales colombianas fijadas para el 31 de mayo de 2026, la ausencia de Miguel Uribe Turbay deja un vacío político considerable. Mientras la izquierda busca retener el poder, las fuerzas de centro y derecha atraviesan un momento de debilidad por la violencia y la incertidumbre.
En el Centro Democrático, partido que lidera Álvaro Uribe Vélez, el golpe ha sido especialmente duro. Miguel Uribe era el senador más votado y uno de los principales voceros del urbanismo en el Congreso, cuya candidatura contaba con el apoyo del expresidente. Su muerte abrió un proceso interno de consultas dentro del partido para definir candidaturas.
La ausencia de Miguel Uribe no solo afecta a su partido, sino al equilibrio del Senado, donde es una de las voces opositoras más firmes contra el gobierno de Gustavo Petro. Su figura representaba una generación de la derecha colombiana y su asesinato refleja los temores y riesgos que aún enfrenta la democracia del país.
Un golpe a la democracia colombiana
El asesinato de Miguel Uribe Turbay no fue solo un crimen contra un dirigente político, sino también a un golpe a la democracia colombiana. Su muerte evidencia la fragilidad del sistema democrático y muestra cómo la violencia sigue amenazando la libertad de sus líderes. A menos de un año de las elecciones, su ausencia obliga a replantear preferencias y alianzas políticas. Este suceso se convierte en un recordatorio de que la política en Colombia aún enfrenta la amenaza constante de las armas.
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