La próxima reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, conocida como Grupo Ramstein, se celebrará el lunes 21 de julio en modalidad virtual, con la participación de representantes de Estados Unidos, la OTAN y más de 50 países aliados. En este contexto, Argentina enfrenta una encrucijada diplomática cada vez más visible: mantener su apoyo a Ucrania o alinearse con el nuevo enfoque de Donald Trump, principal aliado del presidente Javier Milei.
Al cierre de esta edición, el Ministerio de Defensa argentino no confirmó oficialmente su presencia en esta nueva cumbre, que será copresidida por Reino Unido y Alemania. Se espera la participación del secretario de Defensa estadounidense Pete Hegseth, el secretario general de la OTAN Mark Rutte, y el nuevo comandante supremo aliado para Europa (SACEUR), Alexus Grynkewich.

Un giro marcado por Trump: de Zelenski a la abstención
Desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023, Argentina adoptó una postura activa en respaldo a Ucrania, marcando un quiebre con la neutralidad tradicional de su política exterior. El vínculo personal entre Milei y el presidente Volodímir Zelenski se tradujo en gestos diplomáticos concretos, como la invitación a la ceremonia de asunción, intercambios bilaterales y declaraciones conjuntas en foros internacionales.
Sin embargo, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 introdujo una nueva dinámica. En línea con su admiración por el mandatario republicano, Milei comenzó a recalibrar su posicionamiento. El punto de inflexión llegó el 23 de febrero, cuando Argentina se abstuvo de votar una resolución en la ONU que condenaba la agresión rusa y exigía el retiro inmediato de tropas. La postura generó sorpresa, tanto por el mensaje que implicaba hacia Ucrania como por el contraste con la posición estadounidense en esa misma sesión, donde Washington sí apoyó la moción.

¿Cambio estratégico o seguidismo diplomático?
El giro de la Casa Rosada se explica en parte por la nueva postura de la administración Trump, que considera “irrealista” que Ucrania recupere sus fronteras de 2014 y ha iniciado negociaciones directas con Vladímir Putin para un posible alto al fuego, sin participación ucraniana ni europea. Este nuevo enfoque generó alarma en Kiev y Bruselas, pero fue respaldado por el canciller argentino Gerardo Werthein, quien justificó el viraje como un “camino hacia la paz liderado por Estados Unidos”.
Las recientes tensiones entre Trump y Zelenski —incluyendo una fuerte advertencia del presidente norteamericano por el riesgo de una “Tercera Guerra Mundial”— también ilustran el deterioro del respaldo occidental a Ucrania. En este marco, Argentina parece replegar su apoyo, priorizando la relación con la Casa Blanca por sobre su vínculo con Kiev.
Ramstein: una prueba de coherencia para la política exterior argentina
La reunión del 21 de julio representa la primera cumbre del grupo Ramstein desde que Trump asumió nuevamente la presidencia de EE. UU. y también la primera tras el cambio de ministro de Defensa en Ucrania, con la designación de Denys Shmyhal. Será clave para discutir la continuidad de la asistencia militar, las condiciones de un eventual cese del fuego y los compromisos de los países aliados.
Argentina, que había sido incorporada formalmente al formato Ramstein en junio de 2024, aún no ha definido si participará. La ausencia podría leerse como una señal de repliegue diplomático, mientras que la presencia sin una postura clara expondría las tensiones internas del gobierno en su política exterior.

Cabe aclarar que no hubo envío de armamento argentino a Ucrania, como se había especulado. La participación del país en el grupo ha sido hasta ahora principalmente discursiva, sin contribuciones materiales sustantivas.
Entre la coherencia diplomática y el pragmatismo geopolítico
La nueva postura argentina se inscribe en una lógica de alineamiento con la Casa Blanca trumpista, pero plantea interrogantes sobre su coherencia internacional. La abstención en la ONU, el silencio tras los contactos Trump-Putin y la indefinición respecto a Ramstein evidencian una estrategia cautelosa o ambigua, que podría socavar la credibilidad de Buenos Aires en el escenario global.
Argentina debe elegir entre sostener el respaldo a Ucrania como símbolo de compromiso con la legalidad internacional, o adoptar una posición pragmática, subordinada al nuevo liderazgo estadounidense, aún si eso significa renunciar a los principios previamente defendidos.
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