Entre el martes 17 y el jueves 19 de junio, la Armada del Ejército Popular de Liberación de China realizó unas 270 operaciones de despegue y aterrizaje con aviones de combate desde sus portaaviones Liaoning y Shandong en el Océano Pacífico, de acuerdo a lo informado por el Ministerio de Defensa de Japón este viernes.
El reporte oficial señala que el total de operaciones aéreas ejecutadas por portaaviones chinos en aguas cercanas a Japón desde fines de mayo asciende a aproximadamente 1.050. Se trata de un volumen inédito de actividad aeronaval por parte de la Armada china en la región, reflejando un aumento sostenido en la intensidad y complejidad de sus ejercicios de proyección de poder marítimo.

Durante las últimas maniobras, el portaaviones Liaoning cruzó el estrecho entre la isla de Okinawa y la isla Miyako, ingresando al Mar de China Oriental. En respuesta, destructores de la Fuerza Marítima de Autodefensa del Japón y otros medios navales llevaron a cabo tareas de seguimiento y vigilancia directa de los movimientos de ambos grupos de portaaviones.
Desde el Ministerio de Defensa japonés se evaluó que este patrón operativo confirma los esfuerzos de Beijing por mejorar la capacidad de sus portaaviones para llevar a cabo operaciones prolongadas en aguas azules. Esta interpretación se enmarca en una tendencia más amplia de expansión de las capacidades navales chinas más allá de la llamada “primera cadena de islas”, concepto estratégico clave que comprende territorios como Taiwán, Filipinas y las propias islas del archipiélago Ryukyu.
Los recientes movimientos también coinciden con la preparación del tercer portaaviones chino, el Fujian, actualmente en fase avanzada de pruebas en el mar y cuya incorporación oficial a la flota se espera para este año. Tal como ha sido advertido por autoridades japonesas y analistas regionales, la consolidación de una flota de tres portaaviones operativos dotará a China de una capacidad de rotación continua en el Pacífico Occidental, incrementando su presencia en zonas donde tradicionalmente predominaba el poder naval estadounidense y sus aliados.

El aumento en la actividad aérea embarcada no solo refleja avances tecnológicos, sino también un entrenamiento sostenido en condiciones reales de mar abierto. Las 1.050 operaciones registradas en las últimas semanas implican un uso intensivo de aeronaves de despegue convencional como el Shenyang J-15, así como una coordinación más compleja entre las alas aéreas, el puente de vuelo y los buques de escolta.
Para Tokio, estas maniobras plantean nuevos desafíos en materia de vigilancia y respuesta. La vigilancia constante de los movimientos navales chinos ya se ha convertido en una tarea prioritaria para la Fuerza Marítima de Autodefensa, que ha desplegado en reiteradas ocasiones destructores clase Atago y Maya, así como aviones de patrullaje marítimo P-1 y P-3C, a fin de mantener un seguimiento cercano de las operaciones de la flota del EPL.
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