Tras el ataque sin precedentes de Estados Unidos a las instalaciones nucleares iraníes, el presidente ruso Vladímir Putin aclaró por qué Moscú ha decidido mantener una postura neutral frente al conflicto. Las declaraciones, realizadas durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, sorprendieron a analistas que esperaban una reacción más alineada con Teherán, un socio estratégico de larga data del Kremlin.
Según el mandatario, la decisión responde a una compleja ecuación diplomática: en Israel residen cerca de dos millones de personas provenientes de la ex Unión Soviética y la Federación Rusa. “Hoy, Israel es prácticamente un país de habla rusa”, explicó Putin, subrayando que esto influye directamente en la forma en que Moscú estructura su política exterior.
Rusia entre la neutralidad estratégica y las presiones de sus aliados
Putin también respondió a las críticas que acusan a Rusia de no respaldar a sus aliados tradicionales. Tildó de “provocadores” a quienes cuestionan su lealtad y recordó que el 15% de la población rusa profesa la fe islámica, lo que convierte a Rusia en una nación naturalmente conectada con el mundo musulmán. En ese sentido, destacó que su país es observador permanente en la Organización de Cooperación Islámica (OCI), reforzando el argumento de que Moscú mantiene relaciones estables con el mundo árabe e islámico.
Las declaraciones de Putin se produjeron horas después de que Estados Unidos ejecutara la denominada Operación Midnight Hammer, una ofensiva militar que incluyó el bombardeo de tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahan. La operación involucró el despliegue de siete bombarderos B-2 Spirit, escoltados por cazas furtivos y reabastecidos en vuelo durante una travesía de más de 18 horas. Los bombarderos utilizaron un total de 14 bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), cada una con un peso de 13.600 kg y capacidad para penetrar hasta 60 metros de hormigón armado.

El ataque fue complementado por el lanzamiento de decenas de misiles Tomahawk desde un submarino estadounidense en la región, con impacto en instalaciones críticas de Isfahan, donde Irán planeaba instalar entre 2.000 y 3.000 nuevas centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio.
Daños y consecuencias: ¿Un punto de inflexión?
El ataque provocó daños significativos, aunque las autoridades iraníes minimizaron el impacto. Expertos independientes como David Albright, del Institute for Science and International Security, sostienen que la planta de Fordow fue probablemente inutilizada. Sin embargo, imágenes satelitales previas al bombardeo detectaron actividad sospechosa en la zona, lo que sugiere que Irán habría trasladado parte de su material nuclear a otros sitios aún no identificados.

Esta posibilidad fue reforzada por el analista Jeffrey Lewis, del Middlebury Institute, quien advirtió sobre la existencia potencial de instalaciones encubiertas. “Es probable que Irán haya diversificado su programa en locaciones fuera del radar occidental”, advirtió.
La respuesta iraní y el fracaso de la vía diplomática
En represalia, Irán lanzó varios misiles contra Israel, confirmando un nuevo ciclo de violencia en la región. El canciller iraní, Abbas Araqchi, declaró que Teherán no volverá a la mesa de negociaciones hasta haber concretado su respuesta militar. “Nosotros ya estábamos sentados en la mesa. Fueron Estados Unidos e Israel quienes volaron la diplomacia”, afirmó.
Esta declaración ocurre en un contexto donde Irán se debate entre mantenerse dentro del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) o abandonarlo como reacción al ataque. La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), por su parte, aún no ha detectado liberaciones de radiación, pero advirtió sobre el impacto que tendría un eventual retiro iraní del tratado en las capacidades de verificación internacional.
En un intento por contener la escalada, Putin propuso mediar en un alto el fuego entre Irán e Israel. La oferta fue rápidamente desestimada por el presidente Donald Trump, quien ironizó: “Haceme un favor, mediá tu propio conflicto. Después te preocupás por este”. Trump también calificó la operación como “un éxito militar espectacular” y advirtió que “quedan muchos blancos por destruir”, lo que deja la puerta abierta a futuras acciones militares si Irán no cede.
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