En un nuevo gesto de consolidación de su alianza estratégica, el ministro de Energía de Rusia, Sergei Tsivilev, y el embajador chino en Moscú, Zhang Hanhui, mantuvieron una reunión clave para fortalecer la cooperación bilateral en el sector energético.

Las conversaciones se centraron particularmente en el suministro sostenido de GNL y gas natural a China, en la expansión de la infraestructura de transporte de gas y en el avance de proyectos energéticos conjuntos. También se discutió la posibilidad de ampliar el intercambio en los sectores petrolero y carbonífero, en un contexto en que ambos países buscan consolidar rutas de suministro al margen de las sanciones impuestas por Occidente.
El gas como eje de la cooperación estratégica
El diálogo refuerza la posición del sector energético como pilar de la asociación ruso-china, especialmente en un momento en que Moscú redirige parte de su producción energética hacia Asia ante las restricciones impuestas por Europa.

En paralelo, se exploran nuevas opciones para el transporte de GNL desde proyectos en el Ártico ruso, como Yamal LNG y Arctic LNG 2, hacia terminales en el este de China. Estos corredores se consideran esenciales para garantizar el suministro energético a largo plazo y evitar cuellos de botella en el tránsito marítimo global.
Cooperación energética y justicia social
Según el comunicado oficial, ambas partes coincidieron en que el sector de los combustibles y la energía representa una de las áreas más importantes de su asociación estratégica integral, que ha adquirido nueva profundidad desde el inicio de la guerra en Ucrania y el consecuente aislamiento económico de Rusia en Europa.

La noción busca posicionar el suministro de energía como un derecho igualitario y parte de un desarrollo inclusivo, en línea con el discurso promovido por Moscú y Pekín frente a las potencias occidentales.
La creciente coordinación en materia energética se enmarca en un proceso más amplio de alineamiento geoeconómico entre Rusia y China, en el cual la seguridad energética y la cooperación en infraestructura forman parte de una estrategia común para resistir presiones externas y afianzar una arquitectura multipolar en el comercio global de hidrocarburos.
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