Una reciente investigación del Center for Strategic and International Studies (CSIS) ha revelado nuevas imágenes satelitales que documentan la construcción avanzada de un sistema de intercepción de señales en la base de Bejucal, Cuba. Este desarrollo reactiva las alarmas en torno a la presencia de inteligencia electrónica vinculada a China en el Caribe, a escasos kilómetros del territorio continental de Estados Unidos.
El informe, titulado At the Doorstep, publicado el 6 de mayo de 2025, detalla la instalación de una Circularly Disposed Antenna Array (CDAA), una tecnología capaz de detectar señales de radio a distancias que oscilan entre los 4.800 y los 12.800 kilómetros. El sistema, actualmente en construcción, reemplazaría una versión anterior más pequeña y permitirá, una vez operativo, monitorear el tráfico aéreo y marítimo estadounidense desde una posición geoestratégica clave.

Un resurgimiento con ecos de Guerra Fría
Bejucal no es un enclave cualquiera. Durante la Guerra Fría albergó instalaciones soviéticas, y desde la década de 1990 ha sido señalado en documentos oficiales y reportes periodísticos como un posible centro de recolección de inteligencia asociado a la República Popular China. Las nuevas imágenes satelitales muestran un despliegue significativo de recursos técnicos: excavaciones, instalación de 19 antenas dispuestas en círculo sobre un diámetro de 175 metros, y la incorporación de un tráiler central conectado por cableado subterráneo.
Según CSIS, los datos recabados confirman que la estructura ya puede identificarse como una CDAA plenamente funcional en el corto plazo. Esto ampliaría la capacidad de Cuba –y potencialmente de China– para captar señales desde instalaciones sensibles de EE. UU., incluyendo la Estación Naval de Guantánamo, el Centro Espacial Kennedy, la Base Naval de Kings Bay y la Estación Espacial de la Fuerza Espacial en Cabo Cañaveral.
La conexión china: sin pruebas definitivas, pero con múltiples indicios

A pesar de que el gobierno chino niega vínculos directos con estas instalaciones, el informe advierte que funcionarios estadounidenses han reiterado públicamente su preocupación por el uso compartido de estas estaciones por parte de la inteligencia de Beijing. De hecho, miembros del Congreso de EE. UU. –incluidos los presidentes de los comités de Seguridad Nacional y del Partido Comunista Chino en la Cámara de Representantes– han advertido que estas bases podrían utilizarse para guerra electrónica, vigilancia avanzada y operaciones de influencia contra los intereses estratégicos de Washington.
Uno de los fragmentos del informe subraya: “En el espacio no clasificado, no hay una prueba concluyente que vincule a China directamente con estas bases, pero las evidencias disponibles y las declaraciones de inteligencia indican una asociación operativa probable”.
El caso El Salao: otra base, otra incógnita
A unos 800 kilómetros al sureste de Bejucal, se encuentra la base de El Salao, otro sitio que también albergaría una CDAA. Sin embargo, el informe revela que en esta instalación la actividad ha cesado abruptamente en los últimos meses. La vegetación está comenzando a cubrir la zona donde se erigiría el sistema de antenas, lo cual sugiere un abandono o pausa prolongada. El objetivo de esta estación, según los analistas del CSIS, habría sido monitorear el tráfico militar en el Atlántico occidental, en especial cerca de la Base Naval de Guantánamo.

Implicancias regionales y geopolíticas
La construcción de este tipo de infraestructuras en el Caribe tiene un claro componente estratégico. China ya opera sistemas CDAA en los arrecifes militarizados de Mischief y Subi en el Mar del Sur de China, y su uso apunta a mapear perfiles electrónicos de fuerzas adversarias y facilitar el dominio del espectro electromagnético en posibles conflictos.
Aunque no se han publicado respuestas oficiales de parte del gobierno de Trump a este informe, el clima actual de tensiones comerciales y tecnológicas entre EE. UU. y China sugiere que la administración podría tomar medidas al respecto. El contexto geopolítico incluye aranceles cruzados de hasta el 245 % y declaraciones que acusan a Beijing de erosionar la ventaja estratégica estadounidense “sin disparar un solo tiro”.
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