El pasado 13 de diciembre, Camboya anunció el cierre total e indefinido de su frontera con Tailandia. El anuncio del Ministerio del Interior de Camboya de suspender totalmente los movimientos de entrada y salida de todos los cruces fronterizos con su vecino generó preocupación en Bangkok, que esperaba el retorno de aproximadamente 7 mil ciudadanos tailandeses que se quedaron atrapados en la zona de conflicto. Según el primer ministro camboyano, Hun Manet, la decisión tiene el objetivo de proteger a los civiles que se encuentran varados en la zona, mientras que su homólogo tailandés, Anutin Charnvirakul, declaró que la medida viola numerosas disposiciones del Derecho Internacional, a diferencia de su gobierno que busca proteger a los ciudadanos y extranjeros acorde al DI.

Esta medida se enmarca en un contexto de intensificación de violencia entre ambos Estados que inició el pasado 7 de diciembre. Un intercambio de disparos transfronterizos, de los que ambos países se acusan mutuamente de haber iniciado, destruyó la débil confianza y paz que se había construido en julio con el acuerdo de alto al fuego mediado por Trump, y el ministro de Malasia, Anwar Ibrahim.
En este nuevo episodio de violencia se presenciaron cohetes, morteros, bombas, misiles y ataques aéreos que ambos estados declararon no se habrían dirigido solamente a objetivos militares, sino, que habría afectado a la población civil. Frente a ello, la ONU ha mostrado su preocupación y ha pedido un alto al fuego, ya que a la fecha se datan más de 50 muertes, entre civiles y soldados, y el desplazamiento de más de 600 mil personas que se encuentran en refugios temporales en condiciones alarmantes.
La disputa por la frontera – Una herida histórica
El conflicto actual es provocado por la delimitación histórica de la frontera, una franja de más de 800 kilómetros que ha generado tensiones entre ambos países desde hace siglos. La delimitación fronteriza arbitraria que realizó la ocupación francesa en el siglo XIX otorgaba a Camboya, anterior protectorado francés, la soberanía sobre varios templos fronterizos de gran importancia para ambos Estados, en especial el templo Preah Vihear y Prasat Ta Moan Thom, lo que generó el inicio de las fricciones y rivalidades. A pesar de intentos de solucionar el conflicto por vías diplomáticas, como elevar el caso a la Corte Internacional de Justicia en 1962, y la creación de una comisión fronteriza entre ambos países, las tensiones no se han disipado y desencadenaron en el estallido de múltiples combates directos desde el 2008.
Por otro lado, a este conflicto con aristas históricas y culturales, se suman nuevos intereses estratégicos y económicos. Esto debido a que en esta región fronteriza se encuentra el Triángulo Esmeralda, una zona conocida por su abundancia en minerales, piedras preciosas y madera, como también, por albergar redes de crimen organizado y tráfico ilegal.
¿Por qué este conflicto le importa a Donald Trump?
Un actor relevante en este conflicto es Donald Trump, quien en julio logró establecer un acuerdo de alto al fuego entre ambos países usando una condición de reducción arancelaria de EE.UU. a Camboya y Tailandia. Así mismo, recientemente Trump informó que habría conversado telefónicamente con los primeros ministros de ambos países para cesar la violencia y regresar al acuerdo de paz, aunque esta mediación no logró los resultados anteriores. Frente a estas iniciativas, surge la pregunta de por qué Trump estaría interesado en intervenir en este conflicto en medio de una agenda interna e internacional tan atareada.
Por un lado, este conflicto supone un interés importante para el incremento de la influencia de Washington en el Sudeste Asiático, una zona clave en la rivalidad entre Estados Unidos y China. Trump busca fortalecer su alianza histórica con Tailandia, mientras construye mejores relaciones con Camboya para poder alejarlo de sus crecientes vínculos con China. De esta manera, logra ampliar su presencia en esta región que es vital por sus rutas marítimas y su rol en el comercio global.

Por otro lado, el ser un mediador eficaz de este conflicto permite mejorar el prestigio y relevancia, tanto de Trump, como de Estados Unidos en el Sistema Internacional. Esto debido a que el alto al fuego se dio bajo la condición de una reducción arancelaria de Estados Unidos para ambos Estados, lo que demuestra su importancia en el comercio internacional, al punto de ser un incentivo clave que puede cambiar el comportamiento de los Estados. Así mismo, la mediación de este conflicto se suma a sus anteriores esfuerzos de mediación de otras guerras actuales, lo que refuerza su imagen construida de Trump como un “hacedor de paz”.
En este sentido, este conflicto se configura para Trump como una oportunidad de mostrar liderazgo y reforzar la presencia estadounidense en una región clave. De esta manera, busca reafirmar la relevancia de Estados Unidos en el Sistema internacional, en medio de un contexto de rivalidad con China por tener mayor influencia global.
¿Qué nos dice este conflicto del orden mundial actual?
El nuevo episodio del conflicto fronterizo, que se considera incluso más violento y prolongado que el episodio anterior, se muestra como un síntoma más del debilitamiento del orden mundial actual. Esto debido a que muestra la fragilidad de principios como la inviolabilidad de las fronteras y la preferencia por el uso de la fuerza militar como herramienta de presión territorial.
Así mismo, el rol marginal de la ASEAN, y su incapacidad para lograr imponer una solución al conflicto siguiendo sus principios de “resolución pacífica de disputas”, evidencia la pérdida de capacidad de las instituciones multilaterales para garantizar y reforzar el cumplimiento de las normas internacionales. En contraposición, se ve la búsqueda de las potencias por ser mediadores en el conflicto, pero no necesariamente como una manera de promover el cumplimiento de los principios, sino, como una oportunidad para lograr ganar influencia y mayor presencia en vías de obtener sus intereses propios.
En este sentido, este conflicto evidencia un orden mundial fragmentado, donde vuelve a primar el uso de la fuerza por encima de los medios diplomáticos y pacíficos. Así mismo, las instituciones y sus principios se ven debilitados, y el cumplimiento de las reglas dependen de la capacidad militar y las alianzas estratégicas.
Te puede interesar: Claves y causas del conflicto reciente entre Tailandia y Camboya








