El pasado 6 de diciembre, una fuente militar sudanesa informó al Sudan Tribune que el acuerdo con Rusia para la construcción de su primera base naval en África se encuentra en pausa. Este comunicado se emite después de que The Wall Street Journal informara el pasado 1 de diciembre que Sudán habría ofrecido un acuerdo de 25 años para la instalación de la base naval rusa a cambio de apoyo militar para combatir el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).

De acuerdo con el alto oficial militar sudanés, recientemente no se han realizado mayores avances en el acuerdo debido a la guerra interna en Sudán que se configura como su principal prioridad. No obstante, aseguró que Sudán mantiene el compromiso con Rusia y está dispuesto a seguir con las negociaciones al considerar al acuerdo un asunto estratégico para la estabilidad y proyección del Estado sudanés.
El proceso de negociación del acuerdo
El acuerdo establece la construcción de una base naval rusa en la costa sudanesa del Mar Rojo. La base tendría una capacidad para acoger hasta 4 buques de guerra, incluyendo embarcaciones de propulsión nuclear, y 300 efectivos militares que operen y resguarden la instalación. Además, se incluye el acceso de Rusia a concesiones mineras en Sudán, que se configura como el tercer país productor de oro de África. A cambio, Sudán recibiría apoyo de Rusia en armamento y equipo militar, como vehículos militares y aviones de combate, para lograr su reconstrucción.
El proceso de negociación comenzó en el 2017 de la mano del entonces presidente sudanés, Omar Al- Bashir, y Vladimir Putin. No obstante, este se vio interrumpido por la situación de inestabilidad política que sufrió el país. A finales del 2020, ambos países retomaron negociaciones y firmaron un acuerdo preliminar que establecía la creación de un centro logístico naval ruso con capacidad para 300 efectivos y hasta 4 buques de guerra. Finalmente, a inicios del presente año el ministro de Asuntos Exteriores de Sudán, Ali Youssif y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, anunciaron que se había logrado un entendimiento completo entre ambos Estados y que no habían obstáculos para llevar a cabo el acuerdo. Desde entonces, medios como el Sudan Tribune han informado de múltiples espacios de cooperación entre ambos países, más no de avances concretos en materia de este acuerdo.
¿Alteración del equilibrio de poder? – Las implicancias geopolíticas del acuerdo
Los avances en este acuerdo han generado preocupaciones a nivel internacional. Esto debido a que se propone el ingreso directo de Rusia al Mar Rojo, uno de corredores marítimos más importantes del mundo. Esta franja estrecha se configura como una de las rutas marítimas más rápidas para el comercio entre Occidente y Asia y permite el tránsito de aproximadamente el 12% del comercio mundial, en lo que destaca el paso de contenedores, combustibles y gas natural licuado.
La concertación de esta base le permitiría a Rusia tener una presencia sostenida y expandir su influencia en África, una zona estratégica tradicionalmente disputada por potencias occidentales como Estado Unidos y Francia. Así mismo, le otorga a Moscú una posición privilegiada sobre el comercio marítimo del Mar Rojo del que dependen diversas regiones para la obtención de recursos energéticos y que involucra a diversos actores regionales y extrarregionales.

Por su lado, el acuerdo supone para Sudán la oportunidad de posicionarse internacionalmente y configurarse como un nuevo actor estratégico. Además, le permite obtener apoyo militar, económico y político de Rusia para reconstruir su Estado, obtener prestigio y lograr legitimidad a nivel interno e internacional.
En este sentido, la eventual concertación del acuerdo entre Sudán y Rusia implicaría una significativa reconfiguración del balance de poder en una de las zonas más estratégicas del mundo. La presencia de nuevos actores profundizará la competencia geopolítica en torno al Mar Rojo, lo que incrementará la rivalidad por el control de las rutas energéticas y comerciales y añadirá nuevas complejidades a las dinámicas en esta zona. De esta manera, se evidencia cómo un acuerdo bilateral supone cambios trascendentales en el escenario global, generado implicancias para la seguridad regional, alterando las influencias antes estables y reordenando el equilibrio de fuerzas en África Oriental.
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