La Real Fuerza Aérea de los Países Bajos desplegó este domingo dos cazas desde la base aérea de Volkel, en el sur del país, luego de que una aeronave no identificada ingresara en el espacio aéreo de la OTAN sobre la región del Benelux. Según adelantaron medios europeos, el incidente se produjo cuando el aparato cruzó sin identificarse y sin comunicación adecuada.

La situación ocurre en un contexto de máxima tensión tras uno de los mayores ataques de misiles y drones rusos contra Ucrania desde el inicio de la guerra. De acuerdo con la información divulgada, el Ministerio de Defensa neerlandés activó el procedimiento estándar de QRA, que implica el despegue inmediato de aviones de combate para identificar visualmente cualquier aeronave que penetre en el espacio aéreo aliado sin plan de vuelo claro, sin señal de transpondedor o que haya perdido contacto con el control de tráfico aéreo.
Las autoridades no precisaron de qué tipo de blanco se trataba, pero deslizaron que podría haber sido un dron de gran tamaño, un avión comercial que hubiera perdido momentáneamente las comunicaciones o incluso otra plataforma no tripulada; en cualquier caso, “no uno de los pequeños drones recreativos que se compran en tiendas como MediaMarkt”, según la descripción recogida por la prensa británica. Aunque estos episodios se repiten varias veces al año y suelen resolverse sin incidentes mayores, el hecho de que esta alerta se haya producido sobre territorio de un país que alberga capacidades nucleares de la OTAN vuelve a encender las alarmas sobre la seguridad aérea en Europa.
La respuesta rápida de la OTAN frente a la guerra ruso-ucraniana
Los Países Bajos mantienen permanentemente cazas F-35 en estado de alerta en Volkel o Leeuwarden para cumplir la misión de QRA de la OTAN sobre el Benelux, una responsabilidad que alternan con la Fuerza Aérea belga aproximadamente cada cuatro meses desde mediados de la década de 2010. Volkel es una instalación clave de la Real Fuerza Aérea de los Países Bajos y se considera que alberga bombas nucleares estadounidenses B61 en el marco de la política de “nuclear sharing” de la OTAN, extremo que La Haya mantiene bajo la tradicional fórmula de ni confirmar ni desmentir.

El episodio de este domingo llega inmediatamente después de uno de los mayores ataques combinados de misiles y drones lanzados por Rusia contra Ucrania desde 2022. En la noche del 6 de diciembre, coincidiendo con el Día de las Fuerzas Armadas ucranianas, Moscú disparó alrededor de 653 drones y 51 misiles contra infraestructuras energéticas y de transporte en al menos ocho regiones, según la Fuerza Aérea de Ucrania. Kiev informó que sus defensas aéreas lograron derribar unos 585 drones y 30 misiles, pero aun así se registraron cortes de electricidad y calefacción, daños en instalaciones nucleares y ataques contra un depósito ferroviario en Fastiv, cerca de Kiev, así como contra otras ciudades industriales.
Como respuesta preventiva a esa ofensiva aérea, el Mando Operacional de las Fuerzas Armadas de Polonia ordenó el despegue de aviones de combate y la activación de sistemas de defensa antiaérea y de reconocimiento radar ante la posibilidad de que misiles o drones rusos se desviaran hacia territorio aliado. En un comunicado difundido en redes sociales, las autoridades polacas explicaron que “debido a la actividad de la aviación de largo alcance de la Federación Rusa que lleva a cabo ataques sobre objetivos en Ucrania, la aviación militar comenzó a operar en el espacio aéreo polaco”, subrayando que estas medidas eran de carácter preventivo y que no se habían registrado violaciones del espacio aéreo nacional.
Sobre la reciente incursión, el Ministerio de Defensa neerlandés no ha atribuido el vuelo no identificado a ningún actor concreto por el momento. Las hipótesis de trabajo van desde una posible actividad ilícita (vinculada a crimen organizado o espionaje) hasta una operación de reconocimiento de origen estatal diseñada para medir tiempos de reacción y capacidades de detección de la OTAN.
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