El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, advirtió que los aliados enfrentan “peligros reales y duraderos”, por lo que debe llevarse a cabo el aumento del presupuesto de defensa de la alianza. El titular cerró la reunión de ministros de Exteriores en Bruselas con un mensaje directo al Kremlin: la Alianza no retrocede, acelera, pese a que Rusia incremente sus ataques contra Ucrania y multiplique los actos de presión híbrida sobre territorio aliado.

Debido a este contexto, la organización avanza hacia un sendero para elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PBI, muy por encima del histórico umbral del 2%, con la guerra en Ucrania y la competencia estratégica con China como telón de fondo. Rutte confirmó que los ministros “respaldaron el trabajo” para que los Estados miembros alcancen el 5% del PBI en defensa “sobre una senda creíble”. Ese esfuerzo, remarcó, debe financiar capacidades clave para la defensa colectiva, como sistemas avanzados de defensa aérea, modernización de equipos y refuerzo del flanco oriental.
El secretario general subrayó que las contribuciones militares a Ucrania se contabilizan dentro de ese esfuerzo porque “contribuyen directamente a nuestra propia seguridad”. No se trata solo de cumplir con un número, explicó, sino de traducir esos recursos en fuerzas más numerosas, mejor entrenadas y con mayor disponibilidad operativa en Europa.
Presión rusa y respuestas a las amenazas híbridas
Según Rutte, Moscú está intensificando una estrategia de presión múltiple sobre la OTAN: violaciones de espacio aéreo, ciberataques y despliegue de buques de inteligencia cerca de infraestructuras críticas submarinas. La Alianza, dijo, está reforzando sus defensas frente a sabotaje, operaciones encubiertas y otras formas de guerra híbrida.
Al mismo tiempo, Rutte sostuvo que el Kremlin interpreta erróneamente la resiliencia occidental: “Putin cree que puede resistirnos más tiempo, pero no nos vamos a ningún lado. Hoy es otra señal clara de que está equivocado”, afirmó, en referencia tanto al aumento de gastos como a las decisiones sobre protección de cables y gasoductos submarinos y a las medidas contra la llamada “flota fantasma” rusa.

Asimismo, Ucrania siguió en el centro de las discusiones. Los ministros reiteraron que toda iniciativa de paz debe ser “justa y duradera”, y que el apoyo a Kiev no puede relajarse mientras continúan los ataques rusos y las negociaciones diplomáticas están en curso. En la sesión del Consejo OTAN-Ucrania, el canciller ucraniano Andrii Sybiha presentó la situación en el frente y las “necesidades urgentes” de Kiev. Rutte destacó el rol de la Prioritised Ukraine Requirements List (PURL), el mecanismo que permite a aliados financiar la compra de armamento estadounidense para Ucrania en un contexto de restricciones de ayuda directa desde Washington. Más de dos tercios de los miembros ya se comprometieron con PURL, junto con socios como Australia y Nueva Zelanda, y se superaron los USD 4.000 millones hacia una meta anual de 5.000 millones.
Todo ello, porque la alianza considera que ingresa en “una década más peligrosa”, que combina la guerra de desgaste en Ucrania con la acelerada modernización militar china. El secretario general señaló que Rusia destina cerca del 40% de su presupuesto federal —unos USD 200.000 millones anuales— a defensa y seguridad, consolidando una economía de guerra. Al mismo tiempo, subrayó que China podría alcanzar las 1.000 ojivas nucleares hacia fin de década, ya posee más buques que Estados Unidos y cuenta con gigantes de la industria de defensa que alimentan tanto sus propias capacidades como las de Rusia, mediante transferencias tecnológicas y apoyo en infraestructuras estratégicas.
Este diagnóstico está impulsando debates internos en varios países europeos sobre volver al servicio militar obligatorio, modelos de conscripción parcial o esquemas voluntarios muy incentivados, con el objetivo de ampliar plantillas y reservas entrenadas. Por ahora, y de cara a la cumbre de Ankara, la agenda de la OTAN se ordena alrededor de tres ejes:
- Invertir más y mejor en defensa, con el 5% del PBI como horizonte político.
- Reforzar la base industrial militar, para sostener suministros a Ucrania y reponer arsenales nacionales en el largo plazo.
- Garantizar que Ucrania sea más fuerte en el campo de batalla y en la mesa de negociación, con paquetes de apoyo militar, esquemas de seguridad a largo plazo y coordinación estrecha con la Unión Europea.
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