La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó la semana pasada que los recortes financieros implementados por las potencias occidentales han dejado a la agencia con solo el 35% de los recursos necesarios para la ayuda humanitaria en Sudán este año. Si bien ACNUR ha emitido una serie de llamados a la comunidad internacional desde el inicio de la ola de recortes, la agencia continúa implementando medidas en Sudán, pese al subfinanciamiento crítico.

De ayuda humanitaria a defensa: Nuevas prioridades para las potencias
El origen del déficit se remonta a febrero de 2025, cuando la Casa Blanca declaró en una orden ejecutiva la retirada del peso financiero de EE.UU. en ciertos organismos de la ONU. La administración justificó esta acción argumentando que las agencias ya no promovían la paz, sino que actuaban “contra los intereses de Estados Unidos”. Esta medida se alineó con una serie de acciones tomadas por otras potencias en la coyuntura actual de incertidumbre securitaria.
Ante los recortes financieros, el portavoz de ACNUR Matthew Saltmarsh informó en marzo que la pausa obligó a la agencia a recortar $300 millones de dólares en actividades planificadas. Saltmarsh enfatizó: “Si no hay nuevos fondos pronto, serán inevitables más recortes en la asistencia directa para salvar vidas”.

Asimismo, Filippo Grandi, el Alto Comisionado de ACNUR, advirtió la semana pasada sobre la socavación de los principios de los refugiados al dirigirse a los países donantes. Grandi señaló que el principal motivo de los recortes es la priorización de la defensa, y se dirigió especialmente a Europa para señalar que “la ayuda humanitaria es tan importante para la estabilidad, como la financiación securitaria en muchas regiones que son muy estratégicas para Europa.”
Asistencia en Sudán: Logros limitados
La continua intensificación de la violencia en Darfur y Kordofán ha generado un flujo de desplazamiento que desborda diariamente la capacidad de respuesta de los organismos humanitarios. Según un reporte de ACNUR del 14 de noviembre, los desplazados de El-Fasher llegan a zonas donde la infraestructura ha colapsado. La falta de alimentos, agua potable y medicamentos agravan las tasas de desnutrición aguda en niños y mujeres, poniendo en riesgo su posibilidad de supervivencia.
Amy Pope, directora general de la OIM, declaró la semana pasada que la escala de necesidad sudanesa es tan alta y volátil que las agencias son incapaces de coordinar con donantes que desean solventar las necesidades financieras de la agencia. En su reporte, señaló que la ONU se ve limitada a establecer puestos de protección y distribución de kits PEP para supervivientes de violencia sexual, medidas que, si bien responden a necesidades inmediatas, dejan vacíos críticos a largo plazo.

Paralelamente a los obstáculos operativos, el Consejo de DD.HH de la ONU aprobó una resolución para investigar y responsabilizar a los autores de crímenes de lesa humanidad en El-Fasher. Si bien esta misión representa un avance crucial en el marco del derecho internacional, será incapaz de mitigar la crisis inmediata de dignidad y superviviencia que enfrentan los desplazados sudaneses actualmente.
La incapacidad de respuesta en Sudán evidencia los costos de la reorientación de las prioridades globales. Al subordinar los principios humanitarias a intereses de seguridad, la agenda de la comunidad internacional relega al desamparo a las poblaciones vulnerables sudanesas, en un momento de máxima necesidad.
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