Londres apoyó públicamente la iniciativa de paz impulsada por EE.UU. para Ucrania y sostuvo que Rusia “podría terminar la guerra mañana” si retira a sus fuerzas. La posición británica llega en medio de revelaciones sobre un borrador de acuerdo negociado entre funcionarios estadounidenses y rusos, que incluiría concesiones territoriales, reducciones del aparato militar ucraniano y cambios estructurales en la relación futura entre Kiev y Occidente.

El Reino Unido confirmó que acompaña el plan de paz que la administración de EE.UU. está proponiendo a Ucrania y destacó que la única vía inmediata para terminar la guerra sería el retiro completo de las tropas rusas. La declaración, atribuida a un vocero del Foreign Office y divulgada inicialmente por Reuters, fue emitida luego de que trascendiera que Washington presiona a Kiev para considerar un marco negociado elaborado por asesores de Donald Trump. La iniciativa estadounidense generó tensión diplomática porque incluiría concesiones profundas: entrega de territorios hoy bajo control ucraniano, limitación del tamaño de sus fuerzas armadas, renuncia a sistemas occidentales de largo alcance y un retroceso en la presencia militar de EE.UU. y sus aliados en el país. Londres, aun así, evitó pronunciarse sobre los detalles del plan y centró su mensaje en responsabilizar a Moscú por la continuidad de la guerra.
Un plan negociado en secreto entre Washington y Moscú que reconfigura el tablero
De acuerdo con Axios y el Financial Times, el borrador de paz fue elaborado por una delegación bilateral integrada por asesores estadounidenses y funcionarios cercanos al Kremlin, entre ellos Kirill Dmitriev, director del fondo soberano ruso y figura de confianza de Vladimir Putin. La propuesta contiene 28 puntos distribuidos entre cuatro ejes: condiciones para un alto el fuego, garantías de seguridad, arquitectura de seguridad europea y parámetros para una futura relación EE.UU.–Rusia. Según las filtraciones, varias de esas cláusulas representan exigencias históricas de Moscú, incluida la cesión total del Donbás restante —incluso zonas hoy controladas por Kiev—, la reducción a la mitad del tamaño de las Fuerzas Armadas ucranianas y la prohibición de desplegar tropas extranjeras o sistemas occidentales de largo alcance en su territorio.
El enviado estadounidense Steve Witkoff transmitió el plan esta semana en un encuentro en Miami con Rustem Umerov, jefe del Consejo de Seguridad y Defensa ucraniano. Fuentes consultadas por FT señalaron que Witkoff expresó el deseo explícito de que Zelenski acepte el esquema, pese a que varios puntos equivaldrían a un retroceso sustantivo en soberanía. Ucrania no rechazó formalmente el documento, pero funcionarios del gobierno lo describieron como “no viable” en su forma actual.

El contexto político interno de Kiev complejiza aún más el escenario. Zelenski atraviesa una fase de debilidad tras un escándalo de corrupción que involucró a figuras de su entorno y motivó pedidos de reconfiguración del gabinete. Washington percibe esta vulnerabilidad como una ventana de oportunidad para instalar una discusión que hasta ahora Ucrania había descartado completamente.
Para Moscú, en cambio, el avance de la propuesta refleja una lectura favorable del momento militar. Dmitriev declaró a Axios que “la posición rusa está siendo escuchada” y que el plan tiene posibilidades reales porque se basa en principios acordados informalmente por Trump y Putin en agosto. Según su versión, el Kremlin considera que el deterioro militar ucraniano y la fatiga estratégica occidental abren un margen para revisar las líneas rojas de Kiev.
El apoyo británico se produjo mientras se difundían estas negociaciones paralelas, pero Londres evitó con cuidado validar los términos filtrados. La declaración del Foreign Office fue deliberadamente acotada: “Compartimos el deseo del presidente Trump de poner fin a esta guerra. Rusia podría hacerlo mañana retirando sus fuerzas y poniendo fin a su invasión ilegal”. Reino Unido mantuvo así su posición habitual —culpa exclusiva de Rusia, defensa del derecho ucraniano a resistir— al tiempo que se alineó políticamente con Washington en un momento clave del rediseño diplomático alrededor del conflicto.

Las filtraciones también tuvieron impacto económico inmediato. Tras publicarse los detalles del plan, los precios internacionales del petróleo cayeron casi 3%, reflejando expectativas de una reducción en el riesgo geopolítico asociado a las sanciones impuestas por Washington a Rosneft y Lukoil. Para analistas consultados por FT, cualquier avance hacia negociaciones de paz reconfiguraría el mercado energético global.
La Casa Blanca, consultada por la prensa, no negó la existencia del borrador, pero evitó cualquier comentario adicional. El Kremlin tampoco respondió. Las próximas semanas estarán marcadas por un proceso de consultas: la administración estadounidense ya informó a aliados europeos sobre el esquema general del plan y evalúa ajustes según las respuestas de cada capital.
Para Londres, el mensaje permanece sin cambios: la guerra puede terminar de manera inmediata solo si Rusia deshace los hechos consumados de la invasión. Pero la convergencia pública con Washington indica que el Reino Unido se prepara para un escenario en el que la presión diplomática sobre Kiev se intensificará.
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