Los tres principales poderes nucleares del planeta —Estados Unidos, Rusia y China— han realizado pruebas de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) en el último año, en una secuencia que confirma la reactivación de la competencia estratégica global. La más reciente, ejecutada por el Comando Global de Ataque de la Fuerza Aérea de EE.UU., implicó el lanzamiento de un Minuteman III sin carga nuclear desde la base de Vandenberg, California.

El objetivo oficial fue evaluar la precisión, confiabilidad y estado operativo del sistema, en un contexto marcado por la orden del presidente Donald Trump de “retomar pruebas nucleares para garantizar la superioridad estratégica estadounidense”. Aunque no hubo detonaciones, el gesto político resonó tanto en Moscú como en Pekín.
Una triada nuclear en competencia
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), las nueve potencias nucleares del mundo poseen unas 12.241 ojivas atómicas, de las cuales 3.912 se encuentran desplegadas y listas para su eventual uso. Estados Unidos, Rusia y China concentran más del 90% de ese arsenal.

Los tres países mantienen la “triada nuclear” clásica:
- ICBM terrestres (capaces de alcanzar cualquier punto del planeta).
- Submarinos balísticos (SSBN) con misiles SLBM.
- Bombarderos estratégicos de largo alcance con capacidad nuclear.
Este esquema garantiza la capacidad de segundo ataque, es decir, poder responder incluso tras un golpe nuclear inicial.
Los ensayos más recientes
Estados Unidos: el 4 de noviembre lanzó un Minuteman III sin carga desde California hacia el Atolón de Kwajalein, en el Pacífico. Es un misil de tres etapas y propelente sólido con más de 9.600 km de alcance, en servicio desde 1970 pero actualizado en sucesivos programas de extensión de vida útil. Trump aseguró tras el lanzamiento: “Somos la primera potencia nuclear del mundo. Rusia es segunda. China es tercera, pero nos alcanzará en cuatro o cinco años.”
Rusia: el 22 de octubre, bajo la supervisión directa de Vladimir Putin, Moscú realizó un ejercicio nuclear a gran escala con lanzamiento de un Yars desde el cosmódromo de Plesetsk y un misil Sineva desde un submarino. El Kremlin afirmó que el objetivo era “evaluar la preparación de la cadena de mando y de respuesta estratégica”.
China: en septiembre de 2024, el Ejército Popular de Liberación probó un DF-31AG, un ICBM móvil de última generación, lanzado hacia el Pacífico Sur dentro de la zona nuclearmente libre. Fue el primer ensayo público de este tipo desde los años 80, y evidenció la consolidación de la disuasión china, que se apoya además en el nuevo DF-41, con capacidad MIRV (ojivas múltiples independientes).
Tres doctrinas, un equilibrio inestable
Según Hans Kristensen, del SIPRI, “la era de reducción de arsenales terminó. El control de armas está colapsando y estamos ante un nuevo ciclo de expansión y modernización nuclear”, pero ¿cómo se muestran sus doctrinas nucleares?
Por un lado, Estados Unidos mantiene una doctrina de disuasión flexible, sin renunciar al posible primer uso de armas nucleares en respuesta a amenazas estratégicas. Rusia, por su parte, basa su doctrina en la escalada controlada, es decir, el uso limitado de armas nucleares tácticas para forzar una negociación en caso de guerra convencional desfavorable. Por último, China sostiene oficialmente una política de “no primer uso”, pero sus avances en movilidad y multiplicación de silos apuntan a una capacidad de respuesta más rápida y dispersa.

En paralelo, las tres potencias están inmersas en programas de modernización simultánea: EE.UU. reemplazará el Minuteman por el LGM-35A Sentinel hacia 2030, mientras que Rusia avanza con el RS-28 Sarmat, capaz de transportar hasta 10 ojivas y China expande su flota de submarinos Jin y desarrolla el DF-41 con alcance de 15.000 km. Mientras Trump sugiere explorar un acuerdo tripartito de desnuclearización, en Moscú y Pekín persiste el escepticismo. Cada prueba, cada lanzamiento, parece alejar un poco más la posibilidad de una distensión real.
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