El gobierno estadounidense de Donald Trump emitió una orden ejecutiva fechada el 29 de septiembre de 2025, mediante la cual se compromete a garantizar la seguridad de Qatar frente a cualquier agresión extranjera. El documento establece que un ataque contra el emirato será considerado “una amenaza a la paz y seguridad de los Estados Unidos” y autoriza la posibilidad de medidas diplomáticas, económicas e incluso militares en su defensa.
La medida llega tres semanas después de los bombardeos israelíes en Doha contra dirigentes de Hamas, que provocaron indignación en Qatar y en sectores del propio gobierno estadounidense. El ataque reavivó las dudas sobre el alcance real de las garantías de seguridad que Washington ofrece a sus socios en el Golfo, obligando a la Casa Blanca a emitir un gesto contundente hacia el emirato.
Israel, Hamas y la tensión en el Golfo
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defendió los ataques de septiembre alegando que formaban parte de la misión declarada de Israel de perseguir a los responsables del asalto del 7 de octubre de 2023 en el sur israelí, que dejó 1.200 muertos y detonó la guerra en Gaza. Tel Aviv acusa a Doha de brindar “refugio seguro” a líderes de Hamas, pese a que Qatar sostiene que lo hace a pedido de Washington como canal de mediación.

En el ataque aéreo murieron el hijo de Khalil al-Hayya, uno de los planificadores del ataque de 2023, otros cuatro miembros de Hamas y un efectivo qatarí de seguridad interna, el cabo Bader Saad al-Humaidi al-Dosari. El gobierno qatarí calificó la acción como un acto de “terrorismo de Estado”. Días más tarde, Netanyahu se comunicó telefónicamente con el primer ministro Sheikh Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, donde expresó “regret” por la muerte del oficial qatarí y prometió no volver a violar la soberanía del país.
La respuesta de Washington y la importancia estratégica de Qatar
El texto de la orden ejecutiva establece que el Departamento de Defensa debe coordinar con otras agencias de seguridad para mantener planes de contingencia conjuntos con Qatar, con el fin de garantizar una reacción rápida ante cualquier agresión extranjera. El emirato alberga la base aérea de Al Udeid, la mayor instalación militar estadounidense en Medio Oriente, pieza clave para las operaciones de CENTCOM en la región.

La vulnerabilidad de Qatar había quedado en evidencia meses atrás, en junio de 2025, cuando Irán lanzó misiles contra la base estadounidense en el emirato, alegando que se trataba de una represalia por ataques norteamericanos contra instalaciones de su programa nuclear. Esa escalada marcó el creciente valor estratégico de Doha, no sólo como aliado militar, sino también como mediador entre Washington y actores regionales hostiles.
Entre la alianza y la desconfianza
La decisión de Trump intenta reforzar el vínculo bilateral tras un año marcado por episodios que golpearon la confianza qatarí en su socio estadounidense. Además de la ofensiva israelí en Doha, el emirato ha buscado preservar su papel como mediador junto a Egipto en el conflicto de Gaza, posición que muchas veces lo ubica en tensión entre sus relaciones con Washington y con las facciones palestinas.
En paralelo, Qatar busca capitalizar su estrecho lazo con la Casa Blanca. Durante la visita de Trump a Doha en mayo, el emirato donó un avión Boeing 747 para uso presidencial. El mandatario norteamericano ya expresó su intención de utilizarlo como reemplazo de Air Force One, un gesto simbólico que ilustra el nivel de acercamiento entre ambos gobiernos.
Un mensaje a Israel y a la región
Más allá de la retórica diplomática, la orden ejecutiva constituye un mensaje directo a Israel e Irán, recordando que cualquier acción unilateral que comprometa la seguridad de Qatar tendrá consecuencias en la relación estratégica con Washington. La declaración de que un ataque contra el emirato equivale a una amenaza a la seguridad de Estados Unidos eleva el nivel de compromiso a una suerte de garantía cuasi-alianza, sin precedentes en la relación bilateral.

En un contexto donde las alianzas en Medio Oriente se redefinen tras la guerra de Gaza y el aislamiento relativo de Hamas, la decisión de Trump marca un reacomodamiento del equilibrio regional y reafirma el rol de Qatar como socio indispensable para los intereses militares y políticos de Washington en el Golfo.
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