La reciente visita de una delegación de empresarios y funcionarios de las Islas Malvinas a Chile, con escalas en Santiago y Punta Arenas, confirma un proceso más amplio de alineamiento entre el Reino Unido y Chile en el Atlántico Sur. Aunque los encuentros fueron presentados como oportunidades de negocio en energías renovables, turismo y transporte marítimo, el trasfondo geopolítico revela la consolidación de una red estratégica británica que combina intereses económicos con objetivos de proyección militar en la región.

En este contexto, el puerto de Punta Arenas emerge como un nodo clave. Durante los últimos años, la ciudad brindó apoyo logístico a operaciones británicas en la Antártida, con escalas de buques de la Royal Navy como el HMS Protector y aterrizajes de aeronaves militares como el Airbus A400M Atlas en la Base Aérea de Chabunco. Estos movimientos, ahora reforzados por los vínculos comerciales con las Malvinas, consolidan a la Patagonia chilena como una plataforma para las operaciones de Londres hacia el Atlántico Sur y la Antártida.
La estrategia británica se sustenta en una red logística flexible que utiliza aeropuertos y puertos regionales sin necesidad de nuevas bases permanentes. Registros recientes muestran vuelos del A400M entre Santiago y la base de Monte Agradable en Malvinas, con escalas en Montevideo. Esta práctica otorga al Reino Unido una proyección sostenida, que se suma a la infraestructura militar ya consolidada en las islas, donde despliega cazas Eurofighter Typhoon, tropas Gurkhas y patrulleros como el HMS Forth, además de sistemas de defensa aérea.

Desde la perspectiva chilena, las autoridades y empresarios locales defendieron el acercamiento con las Malvinas bajo argumentos económicos: diversificación comercial, acceso a energías renovables y mayor integración regional. Sin embargo, cualquier intercambio fortalece indirectamente la viabilidad económica de la ocupación británica, en contradicción con la posición histórica de América Latina y con resoluciones de la ONU, como la 2065, que insta a negociaciones bilaterales entre Argentina y Reino Unido sobre la soberanía del archipiélago.

A esto se suma el trasfondo diplomático con Argentina, que se tensó aún más tras la visita de la embajadora británica en Chile, Louise de Sousa, a las Malvinas a finales del 2024. Esto otivó el rechazo del gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, quien calificó la iniciativa como “una provocación inaceptable”. El escenario proyecta así un dilema estratégico: mientras el Reino Unido consolida su influencia a través de Chile y Uruguay, Argentina refuerza su reclamo soberano.
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