Un análisis publicado por un autor británico afirma que el Reino Unido perdería su presencia ilegal en las Islas Malvinas hacia 2045. En su planteo, el Atlántico Sur dejaría de ser un enclave estratégico defendido a cualquier costo para transformarse en un lastre colonial que Londres no estaría dispuesto a sostener. La predicción parte de una combinación de factores: el empuje diplomático de Argentina, el respaldo del Sur Global y el avance de China como primera potencia económica mundial, decidido a instalarse como referente de las causas “anticoloniales”. El razonamiento avanza aún más: España aprovecharía el escenario para presionar en la Unión Europea por Gibraltar, Estados Unidos adoptaría públicamente la neutralidad mientras en privado empujaría a Londres hacia una salida, y en el Reino Unido las propias instituciones —desde el Tesoro hasta el Foreign Office— concluirían que el costo de mantener las islas supera con creces cualquier beneficio.
El escenario internacional
En la proyección, el tablero global se inclina a favor de Buenos Aires. Los países del Sur Global, con fuerte presencia en foros multilaterales, cierran filas detrás del reclamo argentino como bandera anticolonial. China, ya consolidada como la principal economía del planeta, aprovecha la oportunidad para posicionarse como adalid de la descolonización y sumar una victoria diplomática a costa de Occidente. Su respaldo no sería solo retórico: el gigante asiático vería en el Atlántico Sur un espacio para proyectar influencia estratégica y disputar la primacía estadounidense.

España también aparece como actor interesado. Madrid presionaría a la Unión Europea para apoyar el reclamo argentino, convencida de que el antecedente abriría la puerta a un futuro debate sobre Gibraltar. En ese escenario, Estados Unidos mantendría públicamente una postura de neutralidad, pero de manera privada advertiría a Londres que el costo estratégico de sostener Malvinas es demasiado alto. La “relación especial” entre Washington y el Reino Unido, clave desde la Segunda Guerra Mundial, se vería tensionada por la necesidad norteamericana de sostener vínculos con América Latina y evitar que China capitalice el conflicto.
El desgaste británico
El análisis británico señala que hacia mediados del siglo XXI el sostén de Malvinas se volverá cada vez más difícil de justificar en Londres. El Tesoro consideraría insostenible el gasto de mantener tropas, infraestructura y logística en un territorio remoto sin un retorno económico claro. El Foreign Office, por su parte, vería en las islas un obstáculo para proyectar una imagen internacional más coherente, lejos de los resabios coloniales. La percepción de que Malvinas es un “lastre” se instalaría gradualmente en la burocracia británica, debilitando la voluntad política de sostener la ocupación.

A esto se sumaría el desgaste simbólico interno: con el paso de las décadas, las memorias de la guerra de 1982 irán diluyéndose. Sin esa narrativa heroica, y con una sociedad británica cada vez más distante del espíritu imperial, el sacrificio por conservar un enclave ilegal en el Atlántico Sur perdería sentido.
Reacciones y debates
El pronóstico despierta lecturas cruzadas. En Argentina, una proyección así puede verse como una confirmación externa de que la causa Malvinas sigue teniendo legitimidad internacional, aunque también corre el riesgo de generar un triunfalismo vacío si no se traduce en estrategia. Para la política británica, en cambio, que estas ideas circulen en ámbitos de debate —aunque sea en redes— refleja un desgaste que ya no puede ocultarse.
El plano militar también entra en discusión: ¿qué significa para las Fuerzas Armadas británicas sostener una guarnición en el Atlántico Sur cuando el eje de prioridades se corre hacia Europa del Este y el Indo-Pacífico? ¿Y qué implica para la Argentina, que alterna entre reclamos diplomáticos y gestos pragmáticos con Londres?

El planteo no es una hoja de ruta inevitable, pero sí una provocación que obliga a pensar. ¿Es posible imaginar a un Reino Unido que, por cálculo económico y desgaste político, entregue Malvinas antes de mediados del siglo XXI? Para algunos, suena a simple ejercicio contrafáctico. Para otros, refleja tendencias profundas: el avance del Sur Global, la presión de China, la postura de Estados Unidos y la pérdida de apetito británico por sostener símbolos coloniales.
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En la medida que las islas les dejen de ser rentables económicamente obvio que “verán qué hacen”. Si nos remontamos a la historia no gastaron nada en tenerlas desde que las usurparon en 1833 hasta 1982, año este último en que se dieron cuenta que estaban bajo su protectorado.