La modernización del arsenal nuclear estadounidense volvió al centro del debate estratégico en medio de crecientes especulaciones sobre la posible extensión del tratado New START entre Estados Unidos y Rusia. El mayor general Brandon D. Parker, director de Operaciones Globales del Mando Estratégico de EE.UU. (STRATCOM), aseguró que la Fuerza Aérea está comprometida a actualizar la tríada nuclear, manteniendo al mismo tiempo las capacidades heredadas para garantizar una disuasión creíble.
El anuncio coincide con la propuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, de extender de manera voluntaria por un año los límites establecidos por el tratado New START —acuerdo que expira en febrero de 2026— si la administración de Donald Trump acepta hacer lo mismo. Este gesto, presentado como una señal de voluntad política, surge en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y por la presión internacional para reactivar las conversaciones sobre control de armamento estratégico.

Modernización de la tríada nuclear
Durante la conferencia Air Space Cyber en Maryland, Parker subrayó que la modernización incluye sistemas de nueva generación como el misil balístico intercontinental LGM-35A Sentinel, el bombardero furtivo B-21 Raider, los submarinos de la clase Columbia y mejoras en el sistema de Comando, Control y Comunicaciones Nucleares (NC3).

En paralelo, señaló que se continuará con el sostenimiento de plataformas consideradas “legado”, como los misiles Minuteman III, los bombarderos B-52H Stratofortress y B-2 Spirit, además de la infraestructura espacial vinculada al NC3.
“La tríada nuclear constituye la piedra angular de la Defensa Nacional. Ningún otro componente militar puede reemplazar sus características únicas de disuasión”, afirmó Parker, en línea con la Revisión de Postura Nuclear de 2022, que reafirmó la necesidad de mantener las tres patas de la tríada —submarinos, bombarderos y misiles terrestres— en estado operativo.

Tecnología y ciberseguridad como prioridades
El oficial detalló que la modernización del NC3 incorporará herramientas de ciberseguridad avanzada, integración con sistemas futuros y actuales, así como la aplicación de inteligencia artificial, aprendizaje automático y automatización para asistir a los operadores en la toma de decisiones.
Según Parker, estas mejoras buscan garantizar que, frente a cualquier escenario, el presidente de EE.UU. disponga de múltiples opciones de respuesta rápida, confiable y segura.
La propuesta rusa y la incertidumbre estratégica
En paralelo, el presidente Putin anunció que Rusia está dispuesta a respetar los límites de 1.550 ojivas nucleares estratégicas y 700 vectores de lanzamiento fijados en el New START durante un año adicional tras su vencimiento, siempre que Washington adopte una posición similar.

“Esta medida solo tendrá sentido si Estados Unidos actúa de la misma manera y no toma pasos que alteren el equilibrio estratégico”, declaró Putin en una reunión del Consejo de Seguridad ruso, citado por Reuters (Osborn, Soldatkin y Landay, 22/09/2025).
El gesto, interpretado como una señal de apertura, ocurre en un momento en el que Moscú enfrenta presiones tanto por la prolongada guerra en Ucrania como por los crecientes costos de una carrera armamentista. Sin embargo, no existen conversaciones formales en marcha para renegociar o ampliar el tratado, y la Casa Blanca se limitó a señalar que la propuesta “suena bien”, aunque será el propio Trump quien defina la posición oficial.
Escenario geopolítico en tensión
El New START, firmado en 2010 y extendido por última vez en 2021 bajo las administraciones de Biden y Putin, constituye el último marco de control de armas nucleares vigente entre ambas potencias. Su eventual expiración sin reemplazo podría desencadenar un escenario de incertidumbre, aumentando el riesgo de proliferación y de una nueva carrera estratégica.
En este contexto, la combinación de la modernización estadounidense y la oferta de extensión rusa refleja tanto las dinámicas de cooperación condicional como las tensiones persistentes entre Washington y Moscú. Para los analistas, el futuro del control de armamento dependerá no solo de las negociaciones bilaterales, sino también de la capacidad de ambas potencias para integrar a actores emergentes como China, que hasta ahora ha rechazado participar en estos acuerdos.
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