China desató preocupación en Nueva Zelanda al enviar poderosos buques de guerra en misiones inéditas en el Pacífico Sur sin previo aviso, según documentos militares obtenidos por medios internacionales. El despliegue, que incluyó un destructor de la clase Renhai (uno de los más avanzados del mundo), generó tensión regional y obligó a Australia y Nueva Zelanda a movilizar activos militares para vigilar las maniobras militares chinas. Este movimiento refuerza el creciente alcance naval de Pekín y plantea dudas sobre sus verdaderas intenciones estratégicas en la región.
La estrategia naval de China genera alarma regional
En febrero de este año, tres buques de guerra chinos navegaron por el mar de Tasmania, entre Australia y Nueva Zelanda, marcando la primera vez que un grupo de combate de esta magnitud era detectado en la zona. La flotilla incluía el destructor Zunyi, de la clase Renhai, considerado el buque de superficie más avanzado de China, acompañado por un buque de reabastecimiento y una fragata. Documentos de la Fuerza de Defensa neozelandesa revelan que 2nunca antes se habían visto embarcaciones con esta capacidad tan cerca de nuestras costas”, subrayando que el equipamiento del grupo le permite operar simultáneamente en operaciones aéreas, terrestres y marítimas.

El despliegue provocó que Australia y Nueva Zelanda pusieran en marcha una operación de seguimiento para vigilar los movimientos chinos. La situación escaló cuando el grupo naval realizó maniobras militares con fuego real bajo una ruta aérea comercial, obligando a desviar varios vuelos civiles. Aunque Canberra y Wellington confirmaron que las operaciones se realizaron dentro de los límites del derecho internacional, expresaron su preocupación por la falta de transparencia de Pekín y por el modo en que se notificaron los ejercicios.
Nueva Zelanda alerta por espionaje y amenazas estratégicas de China
Un reciente informe de la Agencia de Inteligencia de Seguridad de Nueva Zelanda (SIS) advirtió que el país enfrenta el “entorno de amenazas más desafiante de los últimos tiempos”, con un aumento de la interferencia extranjera y el espionaje, especialmente por parte de China. Según el documento, existen “casi con certeza” operaciones de inteligencia no detectadas que afectan directamente los intereses estratégicos neozelandeses, con actores que buscan acceder a organizaciones críticas, infraestructura y tecnología sensible.

Pekín rechazó categóricamente las acusaciones, calificando el informe de infundado y de tener una “mentalidad propia de la Guerra Fría”. Sin embargo, Wellington anunció un refuerzo de 1.600 millones de dólares para modernizar sus capacidades de defensa y fortalecer la cooperación con sus socios de la alianza de inteligencia Five Eyes. Expertos señalan que las recientes maniobras militares chinas en el Pacífico Sur, sumadas a los crecientes indicios de espionaje, evidencian una estrategia integral de Pekín para expandir su influencia y desafiar la arquitectura de seguridad en la región.
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