Vladímir Putin proyecta confianza en medio de la guerra en Ucrania, convencido de que Rusia ha recuperado la ventaja en el campo de batalla gracias a su renovada estrategia militar y al uso masivo de drones. Según un informe del New York Times, tras los tropiezos iniciales de 2022 el Kremlin transformó su ejército, impulsando el reclutamiento con incentivos económicos y fortaleciendo la producción de armas y tecnología no tripulada. Para Putin, la prolongación del conflicto juega a favor de Rusia, mientras Ucrania y Occidente enfrentan crecientes dificultades para sostener el ritmo de la guerra.
De la crisis de 2022 al dominio con drones
En los primeros meses de la invasión, las fuerzas de Rusia parecían condenadas al fracaso. Tropas mal equipadas, corrupción en la cadena de suministros y derrotas ante las tácticas ágiles de Ucrania completaban el escenario de Moscú. Sin embargo, Putin optó por redoblar la apuesta. La movilización parcial de 2022, el reclutamiento de convictos y el pago de salarios y bonificaciones desproporcionadamente altos permitieron recomponer los números del ejército y reducir el riesgo político de una nueva leva masiva, destaca The New York Times.

Al mismo tiempo, el Kremlin volcó la economía hacia el esfuerzo bélico. Las fábricas trabajan en turnos continuos para producir drones, artillería y misiles, con apoyo de socios como Irán y Corea del Norte. Los drones Geran-2, fabricados en masa en Tartaristán, se convirtieron en un arma central de la estrategia rusa. Esta combinación de incentivos financieros, reorganización táctica y expansión industrial explica por qué Putin hoy sostiene que Rusia tiene la iniciativa en la guerra en Ucrania, de acuerdo con la investigación publicada en The New York Times.
Innovación tecnológica rusa en el frente ucraniano
El uso masivo de drones por parte de Rusia no solo reforzó la confianza de Putin, sino que transformó las dinámicas del frente. Según un informe del Institute for the Study of War (ISW), las innovaciones rusas en vehículos aéreos no tripulados están logrando efectos comparables a la interdicción aérea de campo de batalla (BAI), al atacar líneas logísticas ucranianas, posiciones defensivas e infraestructura crítica en la retaguardia cercana. Esto ha permitido a las fuerzas rusas avanzar en puntos estratégicos como Pokrovsk y Kostyantynivka, donde la presión constante de drones de primera persona (FPV) y municiones merodeadoras complicó las operaciones de defensa ucranianas.

Los analistas destacan que los drones rusos, incluidos los modelos de fibra óptica resistentes a la guerra electrónica, pueden alcanzar entre 20 y 50 kilómetros detrás de la línea del frente, lo que amplía significativamente la llamada “zona de muerte” para el ejército ucraniano. Estas capacidades, sumadas a la producción masiva facilitada por socios como China, están imponiendo nuevos desafíos tecnológicos y logísticos a Kiev.
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