En un contexto marcado por tensiones crecientes entre potencias globales en el Ártico, como Rusia y China, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha reforzado sus operaciones navales en la región con el despliegue activo del grupo marítimo permanente Standing NATO Maritime Group 1 (SNMG1). La flota, encabezada por la fragata neerlandesa HNLMS De Ruyter, realiza patrullas, ejercicios de presencia y operaciones antisubmarinas en aguas del Alto Norte y del Ártico.
El grupo está integrado por buques de guerra de Países Bajos, Noruega, Portugal, Alemania y Suecia, con apoyo de aeronaves de patrullaje marítimo, en una operación que busca garantizar la seguridad de las rutas marítimas críticas y la libertad de navegación. Según la Alianza, estas actividades reflejan el compromiso sostenido de sus miembros con la estabilidad en una región donde el deshielo está redibujando el tablero estratégico.

“El operar en el Ártico requiere resiliencia, adaptabilidad y una cooperación fluida”, afirmó el comandante del SNMG1, comodoro Arjen S. Warnaar, de la Marina Real de los Países Bajos. “Nuestra presencia reafirma los valores fundacionales de la OTAN: paz, estabilidad y libre tránsito marítimo”, subrayó.
El deshielo expone nuevas rutas y recursos clave
La acelerada pérdida de masa de hielo en el Ártico está abriendo corredores marítimos antes inaccesibles y facilitando el acceso a recursos naturales, como petróleo, gas y minerales estratégicos. Esta transformación ha captado la atención de múltiples actores estatales, entre ellos China y Rusia, cuyas acciones han sido interpretadas por Occidente como desafíos a la seguridad y al equilibrio de poder en la región.
Siete países miembros de la OTAN —Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia— poseen territorio ártico, lo que otorga a la Alianza una posición clave en la dinámica geopolítica polar. En este sentido, las operaciones del SNMG1 no son únicamente de vigilancia, sino también una muestra de fuerza y proyección disuasiva.

Presencias extranjeras tensan el equilibrio en el norte
La intensificación de la actividad aliada coincide con una serie de incidentes que evidencian el creciente interés de potencias externas en el Ártico. El pasado 25 de julio, la Guardia Costera de Estados Unidos detectó al buque chino de investigación Xue Long 2 navegando dentro de la Plataforma Continental Extendida (ECS) de EE.UU., a más de 130 millas náuticas de Alaska. Si bien el navío se presenta como un rompehielos científico, Washington lo considera parte de una estrategia de proyección de poder bajo el paraguas de la “Ruta de la Seda Polar”, el plan chino para expandir su influencia comercial y estratégica en regiones polares.
En respuesta, el gobierno estadounidense desplegó un avión C-130J Hercules desde su base aérea en Kodiak, como parte de la operación “Frontier Sentinel”, diseñada para contrarrestar actividades estatales adversarias cercanas al territorio estadounidense. “La vigilancia activa en nuestras aguas es esencial para preservar nuestra soberanía frente a actores malignos”, declaró el contralmirante Bob Little, jefe del Distrito Ártico de la Guardia Costera.

Rusia también incrementa su actividad aérea
Paralelamente, el Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD) reportó la detección de cuatro aeronaves militares rusas ingresando a la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Alaska (ADIZ). Aunque se trata de espacio aéreo internacional, su proximidad al territorio estadounidense lo convierte en un punto crítico de monitoreo. Estos incidentes remiten al episodio de julio de 2024, cuando aviones rusos y chinos realizaron una patrulla conjunta en esa misma zona, marcando una inédita cooperación entre ambas fuerzas en el espacio ártico.
Te puede interesar: Tensión en el Ártico: la Guardia Costera de EE.UU. intercepta buque chino en la plataforma continental extendida frente a Alaska













