El Secretario de Defensa del Reino Unido, John Healey, aseguró que su país “está preparado para luchar” si se desata una guerra en el Indo-Pacífico, en un mensaje que marca un punto de inflexión en la política británica respecto a Taiwán. La declaración fue realizada desde el portaaviones HMS Prince of Wales, actualmente desplegado en el norte de Australia como parte de los ejercicios militares conjuntos Talisman Sabre, junto a aliados como Estados Unidos y Australia.
Durante una conferencia de prensa junto al viceprimer ministro australiano, Richard Marles, Healey enfatizó: “Si tenemos que luchar, como lo hicimos en el pasado, Australia y el Reino Unido lo haremos juntos. Al ejercitarnos juntos, nos preparamos mejor para disuadir juntos”. Si bien aclaró que hablaba “en términos generales” y que el Reino Unido aboga por soluciones pacíficas y diplomáticas, sus palabras constituyen una de las declaraciones más contundentes de un funcionario británico sobre una eventual participación en un conflicto por la isla.

La visita del Prince of Wales —el mayor grupo de ataque naval británico— refuerza la presencia estratégica del Reino Unido en la región y responde a una creciente preocupación por la expansión militar china. Pekín ha intensificado sus maniobras en el Mar de China Meridional, ha militarizado arrecifes disputados y ha reforzado su retórica sobre la “reunificación” con Taiwán, sin descartar el uso de la fuerza. Frente a este escenario, Healey advirtió que las amenazas están aumentando y que “las alianzas como la del Reino Unido con Australia importan más que nunca”.
Un giro británico en el Indo-Pacífico
La llegada del portaaviones británico a Darwin marca la primera vez en casi 30 años que una agrupación naval de este tipo atraca en Australia. También representa la primera participación de un portaviones no estadounidense en los ejercicios Talisman Sabre, que en esta edición alcanzaron su mayor escala histórica. En paralelo, el Reino Unido y Australia firmaron el Tratado de Geelong, un acuerdo de 50 años que refuerza su compromiso con el pacto AUKUS y contempla la construcción de una nueva clase de submarinos nucleares.

En cuanto a Taiwán, Londres sigue alineado con la política de “ambigüedad estratégica” mantenida por la mayoría de las potencias occidentales. Aunque el Reino Unido no reconoce a la isla como un Estado independiente, sí ha incrementado sus gestos simbólicos de respaldo, como el cruce del estrecho de Taiwán por el HMS Spey en junio, lo que generó elogios en Taipéi y críticas enérgicas por parte de China.
David Lammy, canciller británico y también presente a bordo del Prince of Wales, confirmó que el Reino Unido planea realizar más operaciones de navegación en la zona, en defensa del derecho internacional y la libertad de los mares: “Tenemos un interés directo en la estabilidad y la seguridad del Indo-Pacífico”, afirmó Healey.
Una advertencia con nombre y apellido
Las palabras del actual secretario de Defensa se inscriben en una narrativa de disuasión más explícita por parte del gobierno británico. Gavin Williamson, quien ocupó el mismo cargo entre 2017 y 2019, destacó que “es crucial que figuras como el Secretario de Defensa sean claros respecto a las consecuencias de acciones peligrosas o malignas”, aludiendo directamente a las crecientes provocaciones de China.

El Reino Unido parece estar abandonando su tradicional cautela en la región, motivado por el creciente consenso de que Taiwán representa un punto de inflamación geopolítico con repercusiones globales. No solo por su valor estratégico, sino también por su rol clave en la producción de semiconductores, fundamentales para la economía digital global.
Sin cambios formales en la relación con Taiwán
Pese al endurecimiento retórico y al despliegue militar, Healey aclaró que no habrá modificaciones formales en el vínculo entre Londres y Taipéi. “No hay cambios en el enfoque británico hacia Taiwán”, sentenció, dejando en claro que, por ahora, el Reino Unido mantiene la distancia diplomática establecida desde hace décadas.
Aun así, el contexto regional sigue evolucionando. El presidente chino Xi Jinping no ha descartado una invasión, y funcionarios estadounidenses, aunque más reservados bajo la actual administración, continúan planificando escenarios de confrontación.
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