El reciente despliegue del rompehielos chino Xue Long 2 en la Plataforma Continental Extendida (ECS) de Estados Unidos vuelve a encender las alarmas sobre la creciente competencia estratégica en el Ártico. Aunque catalogado como un buque de investigación científica, su incursión en aguas bajo jurisdicción exclusiva estadounidense reaviva los cuestionamientos sobre las verdaderas intenciones de Beijing en una de las regiones más sensibles del tablero geopolítico global.
El incidente fue detectado el 25 de julio por el Comando Ártico de la Guardia Costera de EE.UU., que respondió mediante un patrullaje aéreo con un avión C-130J Hercules desde la Estación Aérea de Kodiak. La embarcación fue localizada a 130 millas náuticas dentro del ECS, una zona donde EE.UU. posee derechos exclusivos de exploración y explotación de recursos naturales, según la definición del Departamento de Estado.
La Operación Frontier Sentinel, en cuyo marco se llevó a cabo la vigilancia, busca precisamente contrarrestar actividades estatales adversas en zonas de interés estratégico, en especial frente a la creciente presencia de potencias como Rusia y China en la región.

¿Qué es la Plataforma Continental Extendida (ECS) y por qué importa?
El ECS es una prolongación geológica del territorio continental que puede extenderse más allá de las 200 millas náuticas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE). Aunque Estados Unidos no ha ratificado formalmente la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), ha delimitado su ECS mediante estudios científicos y ejerce soberanía funcional sobre ella, en especial en lo que respecta a la gestión de recursos del lecho marino.
La entrada de un buque estatal sin permiso a esta zona no equivale a una violación de aguas territoriales, pero sí constituye una infracción del régimen jurídico de la plataforma continental y una señal política preocupante.
Xue Long 2: ciencia o geopolítica
Operado por el Instituto de Investigación Polar de China, el Xue Long 2 (en español, “Dragón de Nieve 2”) es un buque de última generación capaz de romper hielo de 1,5 metros de espesor y llevar a cabo misiones prolongadas en zonas polares. Aunque oficialmente se lo presenta como parte del programa de investigación científica del Ártico, su capacidad logística y sus rutas levantan sospechas entre expertos en defensa.

El rompehielos ya había sido rastreado días antes por el Comando Conjunto del Ejército de Canadá, que confirmó su seguimiento mediante aeronaves de patrullaje CP-140 Aurora. Canadá aclaró que el buque no ingresó a su mar territorial, pero advirtió que el monitoreo de este tipo de embarcaciones se ha vuelto parte rutinaria del resguardo de su soberanía en el norte.
El Ártico, nuevo eje de la competencia entre potencias
En los últimos cinco años, el Ártico ha dejado de ser un espacio marginal para convertirse en un teatro geoestratégico clave. El cambio climático ha facilitado nuevas rutas marítimas y abierto el acceso a recursos energéticos y minerales, lo que ha intensificado la presencia de actores estatales con ambiciones regionales.
Tanto China como Rusia han incrementado significativamente su actividad militar y científica en el norte. El Xue Long 2 no es un hecho aislado: en julio de 2024, EE.UU. interceptó una formación conjunta de bombarderos rusos y chinos en la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Alaska (ADIZ), un hecho sin precedentes. Este mismo mes, aviones rusos volvieron a sobrevolar el ADIZ, reactivando las patrullas conjuntas entre Estados Unidos y Canadá.

Desde 2018, China se autodefine como un “Estado cercano al Ártico” y ha incorporado el desarrollo polar en su estrategia de la “Ruta de la Seda Polar”, incluyendo la construcción de puertos, rompehielos y centros de investigación en países árticos.
Reacciones y escenarios
Fuentes del Pentágono consultadas por medios estadounidenses indicaron que se sigue de cerca el comportamiento del Xue Long 2, aunque se evitó calificar el incidente como provocación directa. Por su parte, analistas de defensa señalan que estos movimientos buscan medir la capacidad de respuesta de EE.UU. y avanzar en una táctica de “presencia constante” que combina misiones científicas con relevamiento estratégico.
El contralmirante Bob Little, al frente del Comando Ártico de la Guardia Costera, enfatizó que “la soberanía estadounidense en el Ártico será defendida por todos los medios disponibles”, reiterando el compromiso de Washington con el monitoreo y la disuasión en sus zonas de influencia.
La tensión actual pone en evidencia que el Ártico ya no es una zona periférica, sino un espacio de competencia interestatal directa, donde ciencia, estrategia y recursos se entrelazan. La disputa por el control —y por la narrativa— recién comienza.
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