El Reino Unido y Alemania firmaron el 17 de julio en Londres un tratado de defensa mutua, considerado el más importante entre ambos países desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El acuerdo, rubricado por el primer ministro británico Keir Starmer y el canciller alemán Friedrich Merz, compromete a ambas naciones a prestarse asistencia en caso de ataque armado, en un contexto de creciente tensión con Rusia y ante la incertidumbre sobre el futuro de la OTAN bajo una nueva presidencia de Donald Trump.

Starmer calificó el acuerdo como un “documento histórico” que reafirma la cercanía entre ambos países, mientras que Merz se mostró sorprendido de que sea el primer tratado bilateral de este tipo desde 1945, reconociendo que la salida británica de la Unión Europea dejó un vacío que ahora se busca compensar con mayor integración estratégica.
El pacto fue firmado durante una ceremonia en el Museo Victoria and Albert, donde se destacó que el tratado amplía el trabajo previo iniciado por Starmer y el ex canciller Olaf Scholz en 2023. El acuerdo también incluye disposiciones que abordan aspectos post-Brexit, como el comercio, el transporte y la migración irregular, con el compromiso alemán de adoptar una legislación que penalice la facilitación de entradas ilegales al Reino Unido.
Misiles de largo alcance y estrategia industrial europea
Uno de los elementos más relevantes del tratado es el compromiso conjunto de desarrollar y desplegar un sistema de misiles de largo alcance denominado Deep Precision Strike, con un alcance estimado superior a los 2.000 kilómetros. El proyecto, previsto para la próxima década, representa una apuesta por la autonomía defensiva europea y fomentará nuevas inversiones industriales en el sector militar continental.

Al carecer de una fuerza nuclear propia, Berlín depende de la disuasión provista por Estados Unidos y por los dos Estados europeos con capacidades nucleares: Francia y el Reino Unido. Este nuevo tratado se interpreta como un esfuerzo para reforzar la seguridad alemana en un momento de creciente escepticismo sobre el compromiso estadounidense con Europa.
El acuerdo anglo-alemán marca así un paso significativo hacia una cooperación más estrecha entre dos de las principales potencias europeas, en un intento por responder de forma más autónoma a las amenazas regionales, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania y la reconfiguración del orden de seguridad en Europa.
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