Japón elevó esta semana el tono de su retórica estratégica al advertir que enfrenta “el entorno de seguridad más grave y complejo desde la Segunda Guerra Mundial”, señalando a China, Rusia y Corea del Norte como las principales amenazas a su estabilidad regional y soberanía. Así lo declaró el ministro de Defensa Gen Nakatani durante la presentación del Libro Blanco de Defensa 2025, un informe oficial que expone con contundencia la creciente presión geopolítica en el Indo-Pacífico.
El documento, de 34 páginas, subraya que “el orden global basado en normas está siendo desafiado de forma seria y constante”, y describe una situación de competencia militar intensificada, con epicentro en la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China. El reporte advierte que estas tensiones no solo afectan el equilibrio global, sino que tienen impactos directos sobre la seguridad del archipiélago japonés.
China: el desafío estratégico más significativo
El informe identifica a China como “el mayor y más inédito desafío estratégico” para Japón, en tanto el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha incrementado en los últimos años tanto su capacidad militar como la frecuencia e intensidad de sus operaciones en áreas sensibles para Tokio.

Entre ellas se destaca el archipiélago Senkaku (conocido como Diaoyu por China), una serie de islas disputadas en el Mar de China Oriental que se han convertido en punto crítico de fricción bilateral. Japón denuncia un patrón creciente de incursiones navales y aéreas por parte de Beijing, con maniobras que buscan modificar el statu quo territorial mediante hechos consumados.
Asimismo, se expresa preocupación por las maniobras chinas en torno a Taiwán, así como en el Mar de China Meridional, donde China avanza sobre rutas marítimas clave para el comercio y suministro energético japonés. El documento enfatiza que estas acciones constituyen una amenaza directa a los intereses vitales de Japón.
La respuesta de Beijing no se hizo esperar. Jiang Bin, vocero del Ministerio de Defensa chino, acusó a Tokio de “inflar la teoría de la amenaza china” como pretexto para romper con las restricciones pacifistas de su Constitución. También exhortó a Japón a “aprender de la historia” y evitar interferencias en asuntos internos chinos.
Rusia: militarización en el norte y maniobras conjuntas
El informe también llama la atención sobre la creciente cooperación militar entre Rusia y China, materializada en patrullajes navales y vuelos de bombarderos conjuntos en las inmediaciones de Japón. El Ministerio de Defensa japonés considera que estas actividades están dirigidas a demostrar fuerza frente a Tokio.
Además, se menciona el despliegue ruso en las islas Kuriles del Sur (llamadas Territorios del Norte por Japón), ocupadas por la Unión Soviética al finalizar la Segunda Guerra Mundial y aún bajo dominio ruso. Moscú ha reforzado esa zona con tropas, misiles y aviones de combate, alimentando la percepción de un flanco norte bajo presión constante.

El conflicto en Ucrania también ocupa un lugar en el diagnóstico de Tokio. El informe advierte que los desarrollos militares rusos en Europa del Este deben ser leídos como un precedente de posibles escenarios similares en Asia, y afirma que la seguridad del Indo-Pacífico y Europa son “indisociables”.
Corea del Norte: amenaza nuclear persistente
Respecto a Corea del Norte, el informe describe una escalada preocupante de su programa nuclear y misilístico. Pyongyang continúa desarrollando proyectiles balísticos con capacidad nuclear que cubren todo el territorio japonés. El informe remarca que las actividades norcoreanas constituyen una amenaza “más grave e inminente” que en cualquier momento anterior.
Este diagnóstico coincide con las advertencias del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, cuyo titular, el almirante Samuel Paparo, advirtió en abril sobre el avance “sin precedentes” de la modernización militar china y la creciente coordinación entre Beijing, Moscú y Pyongyang, lo que configura un entorno de seguridad cada vez más interconectado y desafiante.
Un nuevo realineamiento regional
La publicación del Libro Blanco refuerza la tendencia de Tokio hacia un mayor involucramiento estratégico en el Indo-Pacífico, de la mano de Washington y de otros socios regionales. En los últimos años, Japón ha incrementado su presupuesto de defensa, promovido acuerdos bilaterales y rediseñado su postura de seguridad nacional, buscando equilibrar la presión de sus tres vecinos.
El gobierno japonés se enfrenta, no solo a crecientes desafíos externos, sino también a debates internos sobre el alcance de su rol militar en el siglo XXI. En ese contexto, este informe constituye un claro mensaje: el tiempo de las advertencias diplomáticas dio paso a la era del realismo estratégico.
Te puede interesar: Rusia y China se reúnen en Pekín para discutir la guerra en Ucrania y su relación con EE.UU.













