Puede parecer un invento sacado de un videojuego de ciencia ficción, pero es completamente real: el HMS Prince of Wales, portaaviones insignia de la Marina Real británica, cuenta con una sala de videojuegos de alta gama equipada con computadoras Alienware, tarjetas gráficas RTX 4080 y procesadores Intel Core i7. Todo esto a bordo de una gigantesca base naval flotante que transporta a más de 1600 efectivos por el Indo-Pacífico.

Sí, leíste bien: la misma tecnología con la que se compite en ligas globales de Valorant o Counter Strike ahora forma parte de la infraestructura militar del Reino Unido. Y detrás de esta movida no hay solo entretenimiento, sino una lectura quirúrgica del perfil del recluta moderno. Los adolescentes y jóvenes adultos (principal audiencia de los eSports) encajan casi a la perfección con el segmento demográfico al que apunta el reclutamiento militar en el siglo XXI.
Cuando la guerra y los videojuegos hablan el mismo idioma
El Ministerio de Defensa británico dio un paso decisivo en marzo de 2024 al reconocer oficialmente a los eSports como un “deporte militar”, lo que habilitó la creación de instalaciones como esta suite especializada dentro del HMS Prince of Wales.
Pero este fenómeno no es exclusivo del Reino Unido: en Estados Unidos, la Fuerza Aérea y el Ejército han llevado incluso equipos competitivos oficiales a torneos de primer nivel, buscando acercarse, literalmente, al joystick del soldado del futuro.

Aunque por cuestiones de conectividad y seguridad no pueden competir online, los beneficios son evidentes: fortalecimiento de vínculos, reducción del estrés y entrenamiento de habilidades cognitivas clave como liderazgo, comunicación y toma de decisiones rápidas.
La iniciativa cuenta con el respaldo de la Federación Británica de eSports y empresas tecnológicas como Dell, Intel y Alienware, que ven en esta convergencia una oportunidad de oro. “Estamos encantados de colaborar con la Marina Real Británica… Los videojuegos son cada vez más importantes para el ejército”, declaró Chester King, presidente de British Esports.
¿Un joystick en una mano y una ametralladora en la otra?
Con una industria que superó los 2.100 millones de dólares en 2024 y con proyecciones de alcanzar los 7.400 millones para 2030, los eSports dejaron de ser un pasatiempo para transformarse en una herramienta de poder blando y duro.

En un contexto donde las guerras híbridas, la ciberdefensa y las operaciones psicológicas ganan protagonismo, el joystick ya no es solo una puerta de entrada al entretenimiento, sino una herramienta de integración operacional. En otras palabras: el gaming dejó de ser el recreo del cuartel para convertirse en parte del entrenamiento militar del siglo XXI. El Prince of Wales lo entendió antes que nadie.
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