El Reino Unido atraviesa un punto de inflexión en materia de defensa: ante la creciente amenaza rusa y un panorama geopolítico cada vez más inestable, el gobierno británico ha lanzado una profunda revisión del presupuesto destinado a su aparato militar. Con el objetivo de fortalecer sus capacidades disuasorias y avanzar hacia una preparación para la guerra, las autoridades han declarado que la defensa nacional se convierte en prioridad estratégica.
Londres apunta a un rearme estratégico y enfoca sus recursos a la zona “Euroatlántica”
Reino Unido ha definido un nuevo eje estratégico en su política de defensa, concentrando sus capacidades militares en la zona “Euroatlántica”. Este giro representa un cambio significativo respecto a la revisión anterior, que buscaba proyectar poder en regiones como el Indo-Pacífico. Aunque una de las embarcaciones insignia de la Royal Navy continúa desplegada en aguas asiáticas ante las crecientes tensiones entre China y Taiwán, la nueva revisión prioriza reforzar la defensa en escenarios más cercanos.

Esta estrategia implica no solo una preparación para la guerra en el corto plazo, con estimaciones que señalan un posible ataque ruso contra la OTAN en dos o tres años, sino también un fortalecimiento profundo de la capacidad industrial del país. El gobierno británico reconoce que la falta de una cadena de producción militar continua, producto de una financiación intermitente y la compra en lotes, ha debilitado su capacidad para sostener operaciones prolongadas en el frente.
Keir Starmer impulsa el gasto en defensa como pilar de seguridad nacional
Durante una visita al astillero de BAE Systems en Glasgow, el primer ministro británico, Keir Starmer, anunció una ambiciosa revisión estratégica del presupuesto de defensa, con el objetivo de alcanzar un estado de preparación para el combate como función central de las fuerzas armadas del Reino Unido. El plan contempla elevar el gasto en defensa al 2,5% del PBI para 2027, con la meta de alcanzar el 3% en el próximo mandato parlamentario. Esta inversión, presentada como un “dividendo de defensa”, promete generar 25.000 empleos en Escocia y hasta 400.000 en todo el país.

Sin embargo, Starmer evitó precisar cómo se financiará este incremento presupuestario y si implicará recortes en otros servicios públicos. Frente a preguntas sobre su impacto en áreas como la salud o el bienestar social, insistió en que la seguridad nacional es la prioridad absoluta de su gestión, especialmente ante el contexto internacional marcado por la agresión rusa y las consecuencias económicas del conflicto en Ucrania.
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