El Ártico ha dejado de ser una región caracterizada por la cooperación estable y la baja tensión para convertirse en un foco creciente de rivalidades estratégicas, ya que factores tales como el cambio climático, el retroceso del hielo y la apertura de nuevas rutas marítimas, han catalizado una disputa entre potencias por el acceso a recursos naturales críticos y por el control de espacios marítimos con proyección global.

Aunque no es un estado ártico, el Reino Unido se considera el vecino más cercano a esta región estratégica y busca consolidar su presencia junto a sus aliados, donde la Revisión Integrada de 2023 advirtió que los acontecimientos en el Ártico tienen repercusiones directas para la región euroatlántica y, por ende, para la posición británica en ella, confirmando que la seguridad del corredor Groenlandia-Islandia-Reino Unido (GIUK) es un eje clave en la arquitectura defensiva británica.
Rusia, Estados Unidos y China reconfiguran el equilibrio en el Ártico
La militarización progresiva del Ártico, liderada por Rusia, ha encendido las alarmas en las principales capitales occidentales, donde Moscú ha modernizado instalaciones militares heredadas de la Guerra Fría, expandido su presencia en la Ruta Marítima del Norte (RMN) y potenciado su Flota del Norte, que alberga buena parte de su disuasión nuclear marítima.
Aunque el Kremlin justifica estas acciones como medidas defensivas, numerosos gobiernos, incluido el del Reino Unido, las consideran una amenaza creciente para la estabilidad regional.

Por su parte, Estados Unidos ya ha renovado su Estrategia Nacional para el Ártico en 2022 bajo la administración Biden, orientada a preservar la paz, pero reconociendo la intensificación de la competencia, aunque la administración Trump, en su segundo mandato, ha elevado aún más el tono geopolítico: priorizó la integración de Groenlandia, sin descartar la vía militar para lograrlo y autorizó nuevas explotaciones energéticas en Alaska, reavivando el debate en el Capitolio sobre si la defensa estadounidense está adecuadamente preparada para enfrentar los desafíos en el Ártico.
Capacidades británicas, cooperación OTAN y revisión doctrinal en curso
Actualmente, el Ministerio de Defensa británico no dispone de unidades permanentes ni capacidades específicas desplegadas en el Ártico, no obstante, los activos de las Fuerzas Armadas pueden ser movilizados hacia la región según los requerimientos operativos, ya que El Reino Unido también participa activamente en estructuras de cooperación como la OTAN, la Fuerza Expedicionaria Conjunta, el Grupo Norte y la Mesa Redonda de Seguridad del Ártico, con el objetivo de coordinar acciones, compartir inteligencia y mantener vigilancia estratégica.

La reciente Revisión Estratégica de la Defensa, encargada por el gobierno laborista en julio de 2024, buscó redefinir las prioridades del Reino Unido en materia de defensa para la próxima década, siendo que, aunque el Alto Norte no fue mencionado explícitamente en sus términos de referencia, se espera que el informe, previsto para primavera de 2025, incluya directrices sobre el rol británico en el Ártico.
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