Antes de que termine el año 2024, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, propuso al presidente francés, Emmanuel Macron, y al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que las tropas europeas actúen como fuerzas de paz en caso de un acuerdo entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, la idea de desplegar fuerzas europeas enfrenta desafíos significativos, lo que abre la discusión sobre la participación de naciones del sur global, incluyendo a Argentina.

En este sentido, la presencia de tropas de la OTAN en áreas que Rusia considera estratégicas podría intensificar las tensiones y aumentar el riesgo de una escalada mayor. Incluso una fuerza europea sin participación estadounidense podría ser vista por Moscú como una extensión de la OTAN, complicando aún más la situación. Además, la capacidad logística y la voluntad política de los países europeos para mantener un despliegue prolongado en Ucrania están siendo cuestionadas últimamente.
En este contexto, se sugiere que los negociadores consideren una fuerza de paz compuesta por países del sur global que mantengan relaciones equilibradas con Rusia y Occidente. Naciones como Indonesia, México y miembros de la Unión Africana mostraron interés en contribuir a la paz en Ucrania. Una fuerza multinacional de este tipo podría ser más aceptable para todas las partes involucradas y reducir el riesgo de una escalada.

Argentina tiene una larga trayectoria en misiones de paz de la ONU. Desde 1958, participó en diversas operaciones, incluyendo la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), donde desplegó más de 12,800 cascos azules durante 13 años. Actualmente, contribuye en misiones como la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia (UNVMC) y la Fuerza de la ONU para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP)
La experiencia de Argentina en operaciones de mantenimiento de paz y su posición geopolítica la convierten en un candidato adecuado para participar en una misión en Ucrania. Sin embargo, la decisión de enviar cascos azules a dicho país implicaría desafíos significativos para el Gobierno de Milei, como el hecho de que el contexto operativo en Ucrania es complejo y requeriría una evaluación detallada de los riesgos y recursos necesarios.
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