La semana pasada los medios internacionales se inundaron con la noticia de la firma definitiva del Acuerdo Estratégico de 25 años entre la República Popular China y la República Islámica de Irán, en el cual a grandes rasgos, el pacto prevé inversiones chinas de alrededor de 400 mil millones de dólares en los sectores energético y de infraestructura iraníes, a cambio de que Teherán garantice a Pekín un suministro estable de petróleo y gas a precios competitivos. 

El acuerdo marca un nuevo episodio en la novela de la disputa de las potencias en Medio Oriente, en un contexto en el cual Estados Unidos frente a la nueva administración Biden configura la importancia de la región en el orden de urgencias de la agenda exterior, China comienza a ocupar espacios. 

Además marca una nueva “derrota” para Washington en su afán de aislar a Irán de todo el Sistema Internacional, la estrategia de “presión máxima” que esbozo Pompeo y que Blinken parece mantener ante el posicionamiento iraní y la amenaza que este se traduce en un arma de doble filo para Estados Unidos, donde lo único que hizo fue impulsar a Irán a los contrincantes directos de la Casa Blanca en un contexto de disputa global que se evidencia. 

El caso de Irán es un hito interesante de observar, las sanciones económicas y el bloqueo comercial ha empujado a Teherán a aliarse con Pekín, la tasa de crédito China es una tentación para cualquier nación necesitada de una inyección económica como es la República Islámica en la actualidad. 

El pacto que contiene un sinfín de cláusulas secretas en tu “win to win” tanto para China para seguir proyectando poder e influencias en la élite política de Teherán y aprovecharse de bienes como es el petróleo y el gas que el suelo iraní pueda proveerles, como para el presidente Rohani que necesita capital político en el interior y exterior si quiere hacer cara en las próximas elecciones de junio y evitar que el ala conservadora se haga con el poder en un contexto donde urge la incorporación de Estados Unidos al Acuerdo Nuclear y tomar oxígeno en una economía golpeada por los vaivenes exteriores y la deficiente administración interna. 

Otro punto fundamental más allá de la cuestión económica es que este acuerdo establece un marco de cooperación entre ambos Estados en el ámbito militar, incluyendo entrenamiento y ejercicios conjuntos, investigación conjunta y desarrollo de armas e intercambio de inteligencia.

Se toma noción en el marco de la relación entre China e Irán respecto a la posibilidad de cooperación en términos tecnológicos, el Acuerdo Nuclear si bien limita el accionar del gigante y prohíbe cooperar en términos nucleares con Irán. La transferencia de investigadores posiciona a China como un nuevo protagonista en la faceta nuclear y así se establece un posible en el cual no solo capitales de orígenes orientales se sitúan a fortalecer un programa nuclear iraní sino la capacidad de Investigación y Desarrollo que cuenta en este campo. 

China no solo se escabulle e infiere en la cuestión iraní, a través de las giras del presidente y de su Ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi, ha mantenido reuniones con los grandes protagonistas de la región, para la visión China Estados Unidos ya perdió su poderío en Medio Oriente y es por eso que se auto postula como garante de las elites políticas y hasta se pronunció en a cuestión de Israel y Palestina alegando que el dominio estadounidense en la región lo único que hizo fue obstaculizar la paz, el entendimiento y el desarrollo de los Estados. 

Igualmente en todos los países no se reciben los capitales chinos con algarabía y una gran alfombra roja, dentro de Irán existen grandes críticos a la forma de negociación del gigante asiatico alegando una extrema dependencia a la posición de Pekín y se remontan a los acuerdos que él mismo estableció con Sri Lanka que ante la imposibilidad de hacer frente de un crédito que ascendió los 1.000 millones de dólares China se apoderó del control de un puerto que había construido con esos fondos.  

En medio de desconfianzas China se hace paso por una región trastornada por grandes conflictos y presa de una inestabilidad política que se traduce en crisis recurrentes en materia política y económica. Lo que se traduce solo en posibilidades para un Estado en ascenso como lo es China con una billetera gigante a disposición para acordar grandes inversiones en los Estados de la región y así seguir incrementando sus áreas de influencia. Mientras que en paralelo el rol de los Estados Unidos como garante de la seguridad y la estabilidad de la región es cada vez más cuestionada y socavada tras 20 años de presencia ininterrumpida en el territorio. 

Donde Estados Unidos hace más de dos administraciones prometió alivianar su presencia en la región los planes de China parecen ser una razón más para quedarse. Ya que el ascenso desmedido y el rol del gigante asiatico como gran comprador de petróleo y sus lazos con las cúpulas de los principales protagonistas puede conformar, de vuelta a Medio Oriente como un campo de confrontación y disputa entre estos pesos pesados del Sistema Internacional.

Te puede interesar: Siria, ¿sigue siendo Siria?

Alejo Sanchez Piccat
Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales UADE Maestrando en Defensa Nacional UNDEF Interesado en Seguridad Nuclear y Medio Oriente Contacto directo: asanchezpiccat@esceneariomundial.com

Dejá tu comentario