Por Esteban Pettenazza (Politólogos al Whisky) – 03/03/21

El gigante asiático ha mostrado una predisposición a ayudar a Italia y España en su lucha contra el COVID-19, lo que ha sido acompañado también por su modelo de gestión de la crisis. Estas políticas chinas son parte de un período de auge y expansión que abarca todo el mundo, siendo el sur de Europa el centro estratégico. El coronavirus con sus consecuencias económicas y políticas, será utilizado por los chinos para aumentar lo que muchos de sus críticos denominan como “neocolonialismo económico”. La Unión Europea es débil y China lo sabe. El país asiático conoce las potencialidades de la globalización y sus defectos. Ahora les queda ver cómo evoluciona Europa tras la pandemia para buscar acrecentar la influencia en la política internacional. 

La pandemia ha puesto al descubierto las diferencias entre el modelo productivo europeo y el chino. Durante los últimos años las empresas europeas se confiaron de la lógica de la rentabilidad. Lo importante era ganar dinero y abaratar los costes de producción. Los chinos imitaron el modelo económico occidental para reforzar su mercado interno, planificando y centralizando más su economía, sobre todo los sectores estratégicos. 

Robert D. Kaplan es uno de los expertos que más ha escrito y analizado al gigante asiático.  En “El retorno del mundo de Marco Polo” explica una de las grandes iniciativas que China está llevando a cabo para expandir su poder por todo el mundo, conocida como la iniciativa “Belt and Road”. Los chinos buscan replicar la Ruta de la Seda que Marco Polo llevó a cabo en el siglo XIII, conectándose con todo el continente asiático, buscando penetrar en Asia Central, el Mediterráneo Oriental y el océano Índico. 

Kaplan escribe: “Debido a que China está en el proceso de construir la mayor marina terrestre de la historia, el corazón de este nuevo imperio será el océano Índico, que es la carretera interestatal de energía global, que conecta los campos de hidrocarburos de Oriente Medio con las conurbaciones de la clase media de Asia Oriental”. 

Esto lleva a analizar la problemática interna que posee China en su propio territorio. El desarrollo de la región de Sinkiang, está generando en el país asiático nuevos problemas. La problemática de los uigures musulmanes, continúa acrecentándose.  Parte de la estrategia mencionada anteriormente busca solucionar el problema de estas minorías mediante las vías económicas. El “soft power” de China tiene como objetivo unir al separatismo uigur musulmán y a los islamistas del sur y el centro de Asia. Como explica Kaplan; “Los uigures no tienen una autoridad bien definida, ni una jerarquía culta con la que China pueda mantener una comunicación permanente; en cualquier caso, son un elemento de agitación venidera que puede desestabilizar al país a la más mínima catástrofe”. 

Uno de los grandes éxitos de China, Corea del Sur o de Taiwán en la gestión de esta pandemia, radica en su modelo de sociedad. Mucho más colectiva que la occidental. En Asia, la sociedad y su estructura es jerárquica. Poseen modernidad económica y tecnológica, pero siguen conservando su culto a la tradición. 

Yan Xuetong,  profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Tsinghua, de Pekín, en una entrevista que le hicieron en Global Times declaró: “Los antiguos filósofos chinos nos dicen que el orden de un sistema social, sin importar si es doméstico o internacional, se basa en una relación jerárquica entre sus actores. Las relaciones absolutamente iguales dan como resultado el caos. Cualquier forma de organización requiere la existencia de líderes y subordinados”. 

Las drásticas medidas del partido comunista chino fueron aceptadas por la mayor parte de la población porque confían en su partido. Casos como este muestran claramente cómo el Partido Comunista ha logrado penetrar en todas las esferas de la sociedad y desarrollado la habilidad de aniquilar la voluntad interna del sujeto.

En gran parte del sudeste asiático se cumple el esquema central hobbesiano de sacrificar “libertad por seguridad”. El uso de Big Data, permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad. Para China, existe un “buen ciudadano” que posee derechos y un “mal ciudadano”, quien es castigado y alejado de la sociedad. 

Sin embargo, a nivel internacional, la guerra comercial entre Estados Unidos y China adquirirá otra dimensión con la pandemia. Para Kaplan, “la globalización unificó el mundo y creó nuevas clases medias a través del libre comercio y el intercambio de ideas. En la actualidad, dividirá al mundo en diferentes ámbitos políticos, comerciales, de consumo y tecnológicos”

La estrategia de Estados Unidos con China puede que sea la misma que la que mantuvieron durante la guerra fría con la Unión Soviética; esperar a que los propios problemas internos destruyan por dentro el país hasta su colapso. Pese a esto, la opción del uso de armamentos para contrarrestar a China siempre está sobre la mesa. Los altos mandos de las fuerzas armadas de Estados Unidos son quienes piden, cada vez más, una presencia más activa de Estados Unidos en la zona del Pacífico y que se tienda a una paulatina retirada del Oriente Medio.

Las relaciones internacionales no se pueden analizar solamente observando “la realidad” desde un escritorio lejos de todo lo que sucede en el mundo.  No se sabe cuáles serán las verdaderas consecuencias de la pandemia, pero sí que el mundo y su geopolítica están dejando de ser lo que conocemos para irse transformando en algo nuevo y viejo al mismo tiempo. La historia tiene sus ciclos. 

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