El buque de carga ruso, Ursa Major, se hundió frente a la costa de Cartagena, España, el pasado 24 de diciembre, mientras transportaba componentes nucleares no declarados, presuntamente destinados a Corea del Norte. Investigadores españoles confirmaron que, aunque el manifiesto del buque solo listaba contenedores vacíos y equipo portuario, imágenes aéreas revelaron la presencia de dos grandes contenedores no declarados que albergaban partes para reactores nucleares VM-4SG. Estas piezas, altamente especializadas, podrían haber sido destinadas al puerto norcoreano de Rason.

En este sentido, el Ursa Major, que formaba parte de la “flota fantasma” rusa, navegó a través del Mediterráneo desde San Petersburgo hasta Vladivostok. La ruta inusual del barco despertó las sospechas de las autoridades, y su destino final fue identificado como el puerto de Rason. Las sanciones internacionales impuestas a Corea del Norte prohíben el suministro de material nuclear, lo que indicaria que la carga violaba dichas sanciones, en línea con la cooperación clandestina entre Rusia y Pyongyang en tecnología nuclear.
El 22 de diciembre, los controladores marítimos españoles detectaron que el Ursa Major perdía velocidad y se escoraba sin explicación. Un día después, el barco emitió una señal de socorro. Las unidades de rescate españolas encontraron el buque muy inclinado y, aunque el capitán alegó un fallo mecánico, los daños en el casco sugirieron un impacto externo consistente con un torpedo supercavitante. En un giro inesperado, el buque de guerra ruso Ivan Gren llegó al lugar, intervino en la situación y lanzó bengalas, probablemente para interrumpir la vigilancia satelital de la zona.
Este suceso pone de relieve la cooperación entre Rusia y Corea del Norte
Poco después de la intervención del Ivan Gren, el Ursa Major desapareció de la superficie. Los sismógrafos registraron explosiones submarinas antes de que el barco se hundiera a una profundidad de 2.500 metros. Días después, el buque ruso Yantar, especializado en operaciones en aguas profundas, llegó al área, lo que sugiere un intento de recuperar o destruir equipos sensibles que podrían haber sido comprometidos.

Este incidente pone de relieve la cooperación encubierta entre Rusia y Corea del Norte en el ámbito nuclear. Las autoridades españolas creen que las piezas del reactor formaban parte de un acuerdo de cooperación militar y nuclear entre ambos países. A pesar de las acusaciones de Rusia contra España por “interferir”, las autoridades españolas sostienen que sus acciones estaban en línea con el derecho marítimo internacional.
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