- Un informe anual del Departamento de Defensa de EE.UU. sostiene que la Armada del EPL apunta a producir seis portaaviones hacia 2035, lo que llevaría su inventario total a nueve.
- El documento destaca que el Fujian (CV-18) —tercer portaaviones chino— completó sus primeras pruebas de mar y está pensado como plataforma de salto tecnológico por su configuración de cubierta plana.
- Washington encuadra esta expansión dentro de un “rearme histórico” que eleva la sofisticación y la resiliencia del poder militar chino, con impacto directo en la disuasión sobre Taiwán y el balance regional.

La expansión de la Armada de China volvió al centro del debate estratégico tras la publicación del último informe anual del Pentágono sobre las capacidades militares de la República Popular. En el capítulo marítimo, el documento sostiene que la Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) busca producir seis portaaviones hacia 2035, un salto que llevaría el total a nueve unidades. El dato funciona como síntesis de una tendencia mayor: un crecimiento acelerado de plataformas, industria y doctrina para sostener operaciones cada vez más complejas y más lejos de las costas chinas.
El informe subraya además el papel del Fujian (CV-18), el portaaviones más moderno incorporado por China, que completó su primera etapa de pruebas en el mar. A diferencia del Liaoning y el Shandong, concebidos sobre un esquema de despegue por rampa (“ski-jump”), el Fujian aparece descrito como un buque más grande y con cubierta plana, señalando una transición hacia un perfil de portaaviones más cercano a los estándares de las grandes armadas aeronavales.
Fujian y el salto de diseño: por qué importa la “cubierta plana”
La diferencia entre operar con rampa y hacerlo desde una cubierta plana no es un detalle estético: define qué tipo de ala aérea puede sostener un portaaviones y con qué rendimiento. En la lógica de la aviación embarcada, el “cuello de botella” no es solo el número de aeronaves, sino la masa que se puede lanzar, la tasa de salidas y la variedad de misiones disponibles.
En esa clave, el informe apunta que la Armada del EPL proyecta para el Fujian una ala aérea con el J-35 (caza furtivo), el J-15T (versión adaptada para operaciones más exigentes desde portaaviones), el J-15D (guerra electrónica), helicópteros Z-20, el KJ-600 (alerta temprana aerotransportada) y distintos UAV. El detalle es relevante porque la presencia de un avión AEW como el KJ-600 cambia el “techo” de la agrupación aeronaval: amplía el horizonte de detección, mejora el control del espacio aéreo y acelera los ciclos de combate al proveer vigilancia persistente para interceptación y defensa.

En paralelo, el documento menciona que el Fujian realiza operaciones asociadas a un sistema de lanzamiento más avanzado (un punto que también aparece en el apartado de industria naval), reforzando la lectura de que China busca normalizar tecnologías de lanzamiento que permitan despegar aeronaves más pesadas, con mayor combustible o carga útil, y con menor dependencia de condiciones ambientales y limitaciones de pista.
De tres a nueve: lo que cambia no es solo el número
Pasar de tres portaaviones en servicio a una fuerza potencial de nueve no implica únicamente más cubiertas de vuelo. Implica también —y sobre todo— la capacidad de sostener ciclos de despliegue: entrenamiento, mantenimiento, alistamiento, rotaciones y presencia simultánea en más de un teatro. En términos prácticos, una flota más grande permite que China mantenga grupos de ataque activos mientras otros buques entran en carena o realizan capacitación avanzada, algo que hoy es más difícil con un inventario limitado.
El informe agrega un hito doctrinario que funciona como indicador de esa curva de aprendizaje: en octubre de 2024, los dos portaaviones entonces operativos (Liaoning y Shandong) realizaron operaciones de doble portaaviones por primera vez, con entrenamientos en el Mar Amarillo, el Mar de China Oriental y el Mar de China Meridional. Ese tipo de ejercicio no es “show”: obliga a coordinar defensa aérea, reabastecimiento, escoltas, guerra antisubmarina, mando y control y, especialmente, deconflicción de tráfico aéreo para operar dos cubiertas con ritmo sostenido.
La dimensión industrial: astilleros, ritmos y estandarización
La proyección a nueve portaaviones descansa en un factor menos visible pero decisivo: la capacidad industrial. El informe enmarca el avance de China en un sistema de construcción naval con escala suficiente para producir en paralelo submarinos, escoltas, anfibios y unidades auxiliares. En ese esquema, los portaaviones dejan de ser “proyectos únicos” y pasan a integrarse en una lógica de programa: estandarización de componentes, cadenas de proveedores, mejoras incrementales por bloque y aprendizaje acumulado.

Un dato que acompaña esa tendencia es que el informe también menciona el lanzamiento de nuevas plataformas con rasgos tecnológicos convergentes, como el Type 076 anfibio, que aparece asociado a soluciones de lanzamiento pensadas para operar aeronaves no tripuladas. Más allá del rol específico del buque, el punto es la dirección general: electrificación y automatización de la aviación embarcada, con drones como multiplicadores de ISR y, potencialmente, de ataque.
El telón de fondo estratégico: Taiwán y el alcance de la disuasión
Washington presenta este panorama dentro de un diagnóstico más amplio: una modernización que no solo incrementa cantidad, sino que vuelve a la fuerza china más sofisticada y resiliente, mientras Beijing incrementa presión sobre Taiwán y extrae lecciones de conflictos recientes. En ese marco, la expansión de portaaviones funciona como una herramienta de doble uso: por un lado, proyecta presencia y capacidad de escoltar operaciones más allá de la “primera cadena de islas”; por otro, complica la planificación de terceros al aumentar la incertidumbre sobre dónde y cuándo China puede concentrar poder aeronaval.

El valor de la revelación no está solo en el número, sino en lo que lo hace posible: una industria capaz de sostener ritmos, una doctrina que entrena operaciones combinadas y un salto tecnológico que busca expandir el tipo de ala aérea embarcada. Si el Fujian consolida esa transición, la discusión dejará de ser si China “posee portaaviones”, para pasar a cuánto tiempo puede mantenerlos en el mar, con qué densidad de salidas y con qué calidad de sensores y cobertura aérea en torno a la agrupación.
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